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Que el Alto Asón esté en boca de todos por sumar un nuevo récord en el mundo de la espeleología no pilla ya con el pie cambiado a nadie. La zona, muy conocida a nivel europeo por los aficionados a este deporte que aúna aventura, naturaleza e investigación, acumula un vasto catálogo de cavidades y patrimonio subterráneo que figuran en los primeros puestos nacionales, europeos, e incluso mundiales, de los listados de las grutas más grandes.
Y es que para los cántabros no es necesario viajar a otros países ni cruzar océanos para disfrutar de la naturaleza más espectacular ni más sobredimensionada. Ni mucho menos sus espeleólogos o amantes de los deportes de aventura tienen que hacerse kilómetros y kilómetros para gozar de la práctica que más les gusta. Bajo sus pies existe todo un mundo subterráneo que atrae a aficionados de toda Europa, que desde hace décadas se desplazan a la comarca del Alto Asón por el gran potencial subterráneo que ostenta.
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Con tan solo cinco meses de diferencia, dos hitos espeleológicos han visto la luz este año. Antes del verano, este periódico dio a conocer el ascenso del sistema de galerías del Alto del Tejuelo (Ruesga) al primer puesto nacional entre las cuevas más largas al superar los 173 kilómetros de extensión, aunque en realidad, los grupos Secja, Proteus, ACE Mataró y Spekul, que están realizando las exploraciones, apuntaron que llevan 174,5 kilómetros topografiados. Y esta misma semana se ha notificado el hallazgo en el mismo municipio de la segunda mayor sala subterránea de la península por volumen (800.000 metros cúbicos) y tercera en superficie, bautizada como Sala José Gambino, en honor a un compañero espeleólogo que falleció en 2017 en un accidente en una sima y que participaba activamente en las exploraciones junto con los miembros de la Agrupación Espeleológica Ramaliega (AER), responsables del hallazgo, junto al Spéléo Club de Dijon y el Grupo Espeleológico La Lastrilla (Castro Urdiales).
Sin embargo, el liderazgo de Cantabria y de la comarca del Alto Asón no se queda aquí. A finales de 2016 Cantabria saltaba a todos los medios de comunicación cuando se conoció que un grupo de espeleólogos del Club Cántabro de Exploraciones Subterráneas (CCES) y del Speleo Club Ábrigu había descubierto, también en Ruesga, el pozo subterráneo más profundo del país. El Gran Pozo MTDE tiene 435,92 metros de caída, prácticamente 1,5 veces la altura de la Torre Eiffel de París o similar a la de las desaparecidas Torres Gemelas de Nueva York.
Si bien el Alto del Tejuelo y el Gran Pozo MTDE son las dos joyas de la corona del mundo cavernario en nuestro país, no gozan de menos prestigio los hallazgos subterráneos que ocupan los puestos siguientes en las listas de las grandes cavidades de España y que también están en Cantabria. El Alto Asón abriga los tres sistemas de cuevas con más desarrollo del país. Al Alto del Tejuelo le sigue Mortillano, en Soba (145 kilómetros). Este gigante subterráneo fue el que primero colocó a Cantabria en lo más alto de la mencionada categoría, allá por el año 2009; y el tercer lugar está ocupado por el sistema del Gándara, de Soba (116 kilómetros). Pero los pozos subterráneos más profundos también están en la región, ya que el podio de la Confederación de Espeleología y Cañones, lo copan el MTDE; el Pozo de los Pasiegos, en la misma cueva que el primero; y el Pozo Negro, en el sistema del Mortillano. Y en salas, Cantabria tampoco se queda arrugada. La Torca del Carlista, ubicada bajo los municipios de Ramales y de Carranza, y la Olivier Guillaume, en Cueva Cañuela (Arredondo) son las más grandes del país en superficie.
Toda esta riqueza soterrada hace que, a nivel europeo, el Alto Asón sea «la Meca en el mundo de la espeleología». Así lo define Ángel García, secretario de la AER, que compara la comarca con Chamonix, «que es el paraíso de la escalada, pero esta zona, en el mundo de la espeleología, sería el equivalente a Chamonix».
En este sentido, el patrimonio del subsuelo cántabro, también es el alumno aventajado en las categorías europeas y mundiales. Alto del Tejuelo es el tercer sistema de cavidades más grande de Europa y el duodécimo del mundo, mientras que el Mortillano ocupa la decimoquinta posición mundial y el pozo MTDE es el segundo más profundo de la tierra. «Aquí hay un conjunto de cavidades, de travesías, y de cuevas, que no lo hay en ninguna otra parte del mundo».
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A los vecinos de la zona no les extraña, por tanto, la recurrente presencia de visitantes de diferentes nacionalidades europeas en las temporadas estivales. «En el puente de octubre, Ramales tenía suecos, ingleses, franceses, alemanes... De toda Europa vienen aquí a hacer espeleología, porque solo en la zona, hay tres sistemas que superan los 100 kilómetros». Pero estos son los grandes, «es que solo en el pueblo de Matienzo, en múltiples cuevas, hay otros dos centenares de kilómetros. Es la Meca», asegura García, uno de los descubridores de la Sala José Gambino y del desarrollo del Mortillano. Y es posiblemente gracias a estos hallazgos que la gente no practicante «entiende cada vez más la espeleología y lo ven como una riqueza para la zona», apunta el espeleólogo.
La Agrupación Espeleológica Ramaliega continúa trabajando en Mortinallo, en el macizo del Hornijo y en El Moro, sistemas que pueden seguir creciendo y dando alegrías a los cántabros, pero realmente «lo hacemos más por los pequeños momentos que por los grandes, por el día a día de ir con los amigos e ir encontrando terreno virgen». Aún así también es una satisfacción para ellos «que tenga una repercusión y no salgamos en los medios sólo por accidentes, y cosas de estas también ayudan, o eso espero». Detrás de estos descubrimientos hay una gran inversión en material, si bien el Ayuntamiento de Ramales «nos está ayudando bastante en los últimos años», y también horas de trabajo y de estudio, porque no se quedan solo en la labor deportiva, sino que trasciende a la ciencia, a la biología, la geología, o la fotografía; dejando documentados y analizados los hallazgos, y sobre todo topografiadas las cuevas «porque todo esto tiene sentido si lo das a conocer en publicaciones, como cualquier otra actividad científica», apunta García.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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