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Una pequeña parte del belén de Colindres. DM

Tradición en miniatura en Colindres

Vecinos de la villa llevan más de 30 años recreando este belén que simula las costumbres de un pueblo de la Cantabria más rural

Laura Masegosa

Santander

Viernes, 20 de diciembre 2024, 07:15

En el corazón de Colindres, dentro de la iglesia del Carmen, cinco vecinos de la villa mantienen viva una tradición que perdura desde hace más de tres décadas: la elaboración de un belén único en su estilo, que combina creatividad, detalle y un profundo respeto por la tradición cántabra.

«Es un belén que venimos haciendo desde hace más de treinta años, cada año diferente», explica Antonio Quintela, uno de sus artífices. Aunque en sus inicios abarcaba 40 metros cuadrados, la pandemia y la falta de mano de obra obligaron al equipo a reducir su tamaño a un tercio, sin que esto afectara su riqueza visual y artística.

El belén recrea un típico pueblo cántabro, con montañas, casas de piedra, tejados artesanales y detalles que transportan a una época y lugar específicos, como albarcas o pelotas en los tejados. «Todo está hecho a mano, menos las figuras», señala Antonio. Las casas cuentan con muebles en su interior, lámparas que iluminan las noches del belén, y hasta elementos como humo saliendo de las chimeneas y pimientos colgados en las balconadas.

Este año, en lugar de un río, se ha añadido un torrente que desciende en cascada. Además, figuras animadas aportan dinamismo a la escena: una mujer barre, un abuelo sube a un niño a un columpio y un agricultor trabaja en la huerta. Cada año, el belén cambia su disposición. «El castillo un año está a la izquierda, otro año a la derecha. Siempre improvisamos sobre una pequeña idea», explica Antonio. Aunque las casas y estructuras básicas se mantienen, la creatividad del equipo transforma la maqueta en una nueva experiencia anual.

La dedicación de los cinco integrantes actuales del equipo –Mari Revuelta, José Enrique Cejo, Ana María Vasallo, Pili Calvo y Antonio Quintela– es fundamental para que el belén cobre vida. «El montaje nos lleva muchos días. Empezamos después del puente del Pilar y solo trabajamos los fines de semana», comenta Antonio, subrayando las limitaciones de tiempo y personal.

Cada miembro aporta su especialidad. Antonio se encarga de la parte estructural, como montañas y cascadas, y de la electricidad, ya que es ingeniero de Telecomunicaciones. Otro compañero, aparejador, cuida la perspectiva y la escala, asegurando que todo mantenga un equilibrio visual.

Punto de encuentro

El belén de Colindres no solo es un proyecto artístico, sino también un lugar de encuentro para vecinos y visitantes. Abierto desde el 8 de diciembre hasta el segundo fin de semana de enero, puede visitarse de lunes a domingo, de 17.00 a 19.00 horas, excepto el día de Navidad y Año Nuevo. Además, colegios y grupos pueden concertar visitas por la mañana.

Tras más de 30 años, el belén de Colindres sigue siendo un símbolo de tradición, esfuerzo colectivo y amor por la tierra cántabra. «Es como una foto sacada desde un dron de cualquier pueblo cántabro», cuenta emocionado Antonio.

El Belén de Colindres no es solo un reflejo de la tradición cántabra, sino también un testimonio del paso del tiempo y de las generaciones. Antonio, que comenzó a participar en su juventud, recuerda cómo aprendió técnicas de electricidad, fontanería y construcción trabajando en este proyecto. «Cada año aprendes algo nuevo y perfeccionas detalles», comenta, destacando que la experiencia acumulada les ha permitido crear una maqueta cambiante sin perder las raíces.

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A lo largo de los años, el equipo ha enfrentado diversos retos, pero han superado cada obstáculo con creatividad y compromiso. A pesar de ello, el espíritu del proyecto no ha cambiado. «Siempre inauguramos el 8 de diciembre, pase lo que pase», dice Antonio con orgullo.

Para los vecinos de Colindres y los visitantes, este belén es mucho más que una representación navideña. Es un espacio que evoca recuerdos, despierta emociones y mantiene viva una tradición que une a la comunidad. «Es algo que hacemos con el corazón, y eso se nota en el resultado», concluye Antonio.

Este es solo un ejemplo de los muchos belenes repartidos por toda Cantabria, cada uno con distinciones que los hacen únicos y especiales, preservando una de las tradiciones más navideñas de la región.

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