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En el pequeño municipio de Valle de Villaverde hay un dilema gordo hace tiempo y que mantiene en vilo a una parte importante de los ... vecinos. La historia arranca en 2023, cuando el Obispado de Bilbao mantiene conversaciones con un conocido diseñador venezolano afincado en el País Vasco, Eduardo Estanislao González-Careaga, de cara a venderle a él la iglesia de Santa María. El citado creativo es conocido por la rehabilitación de otro templo en Sopuerta que transformó primero en vivienda de lujo, pero que un tiempo después puso a la venta por 1,6 millones de euros.
El asunto es que la iglesia de Valle de Villaverde es un símbolo para los vecinos de toda la vida y han decidido luchar por su propiedad con una recogida de firmas, y van ya más de 200 a favor de conservar su patrimonio. Y es que cada una de las piedras del actual edificio renacentista-barroco en ruinas –que data del siglo XVII, pero que conserva la antigua cabecera gótica de 1631–, forma parte de la identidad histórica de este pequeño enclave cántabro rodeado de tierras vascas, motivo que ha dado lugar a tantas disputas territoriales.
Ya en 2016 se intenta solicitar a Cultura que contemple su protección, a través de la Federación Acanto. No solo por el arraigo identitario, sino por ser escenario de la vida colectiva, también por su historia y por todo lo que alberga en su interior. Entre otros detalles, citan los autores de aquel informe, las tumbas de cajoneras de rúmenes de la Edad Moderna, que representan «la necrópolis de este Valle de Villaverde». En el mismo informe, el autor recoge los documentos que reflejan el templo parroquial como escenario de la vida colectiva del concejo y ayuntamiento del citado valle, así como de los representantes del poder señorial de los Velasco.
Eduardo Estanislao González-Careaga (Tas Careaga, Venezuela, 1984) es un creativo, diseñador y fotógrafo instalado en el País Vasco que ya ha demostrado su capacidad para reconvertir templos en estado ruinoso en espacios dignos de cualquier revista de interiorismo. Ya lo hizo con la antigua iglesia de Santa Cruz en Sopuerta, un edificio de 1530 que reformó para convertirlo en su hogar, que en ocasiones ha alquilado para otros usos y que tiene peculiaridades como una cocina instalada en el lugar donde originalmente estuvo el altar, un jacuzzi o una pista de skate en el exterior.
Pero, de vuelta a la historia actual, el debate se suscita en el pueblo cuando en 2023 el Obispado de Bilbao decide vender la iglesia cántabra a Careaga. Reclama además una parte de terreno que incluye una antigua y singular plaza de toros que el propio Ayuntamiento les indica que no es suya. Tras ello, el comprador se pone en contacto con el Consistorio para solicitar la compra de unos terrenos municipales circundantes y la cesión de otro espacio para no frustrar la operación económica. Esto ya trasciende al pueblo en otro pleno de marzo de 2024 y es ahí cuando comienza la rebelión de parte de algunos de los vecinos, dado que la actual regidora y su equipo, la regionalista Esther Gómez, se muestra proclive a la venta del templo. «Consideramos necesario atender estas solicitudes por el bien del inmueble y por ser la única posibilidad que tiene de salvarse», dijo entonces.
En mayo de 2024, ante la creciente inquietud vecinal sobre el futuro del edificio, se convoca una reunión informativa en la que están presentes la propia regidora, los representantes del obispado vasco, el comprador y los vecinos. Tras ella, el Consejo Parroquial escucha las demandas de los vecinos que quieren conservar su patrimonio y se paraliza la venta condicionada a que se haga una asociación para rehabilitar el edificio. La marcha atrás no es gratis, la iglesia les da un plazo –diciembre de 2024– para formar el colectivo y otro –30 de junio de 2025– para presentar un proyecto de rehabilitación. Lo primero no se ha cumplido aún, porque «es complicado», admite Fernando Renovales, concejal independiente de Por Valle de Villaverde, que aboga por la opción de salvar su patrimonio. Él mismo tiene concedida una entrevista en la Consejería de Cultura el próximo mes de abril, para ver la posibilidad de proteger el templo patrimonialmente de esa venta. Al margen, se ha impulsado una recogida de firmas para que la iglesia siga siendo del pueblo, a la que se han sumado hasta el momento más de 200 residentes y propietarios de viviendas con raíces en el valle, de los poco más de 400 que hay.
Este periódico ha tratado de conocer la versión de la alcaldesa de Villaverde, la regionalista Esther Gómez, que ha eludido ofrecer detalles sobre el estado de la operación de compraventa. Ante las reiteradas consultas realizadas por El Diario Montañés, ha insistido en que el Ayuntamiento no dispone de información. «Nosotros no pintamos nada, esto se escapa de nuestro alcance. Se trata de un acuerdo entre particulares, en el que un vendedor y un comprador negocian directamente, y son ellos quienes marcan los tiempos», ha insistido Gómez, dejando claro que el Consistorio no tiene margen de maniobra. Sin embargo, actas de plenos celebrados en Valle de Villaverde evidencian la intención del equipo de gobierno de vender una parcela municipal emplazada entre la Iglesia y el arroyo. Y, sin esos terrenos, el comprador no estaría interesado en la operación.
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