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Es uno de los iconos de Cantabria. El buque insignia del parque natural en el que se encuentra. Un lugar donde muchos senderistas acuden para ver la grandiosidad de la naturaleza. Un río que nada más ver la luz vuela hasta caer desde más de ... cincuenta metros de altura y sigue, como si nada, su curso valle abajo. El nacimiento del río Asón es una de las rutas de senderismo que más adeptos tiene. Incluso en los meses veraniegos, cuando apenas mana. Aun así, merece la pena.
El responsable de esta maravilla es el terreno kárstico en el que se encuentra. La caliza hace que el agua se filtre y construya kilómetros y kilómetros de galerías, pozos y simas. Todo prisionero ansía la libertad, así que surge de forma brusca, abrupta. Sin avisar. Es un recorrido perfecto para ir con niños. Desde el barrio de Asón, un poco más arriba del pueblo que le da nombre, surge un camino que, en apenas tres kilómetros y medio, culmina a los pies de la cascada. Miguel y Carmen han venido desde Sevilla. Se alojan en Santillana de Mar «huyendo del calor del sur». Les acompañan sus dos hijos. El día anterior, «fisgando por internet», vieron la imagen de la cascada. «Leímos que era accesible y aquí estamos», cuentan. Una vez que se inicia el sendero, no hay pérdida. Sólo hay que seguir el curso del río. Hayas, fresnos, encinas sauces, avellanos, tilos, olmos, nogales, acebos y castaños acompañan al senderista.
Desde el mirador que hay unos kilómetros más arriba, en la carretera que conduce al valle de Soba, se puede apreciar desde lo alto el camino. Un valle repleto de árboles que termina donde el agua de la cascada desaparece. La parte final de la ruta es algo más complicada. Pero tampoco mucho. La humedad lo cubre todo de musgo y suele estar muy resbaladizo. Último esfuerzo antes de contemplar la cascada en toda su magnitud. El frescor se apodera del ambiente y los más valientes se pueden dar una ducha solo con acercarse unos metros a la cola del río.
Muchos conocen el nacimiento como la cascada de Cailagua. Es una versión mitológica del porqué de este curioso afloramiento. Según cuenta la leyenda, arriba había una cueva en la que vivían dos anjanas: una de cabellos dorados y otra plateados. La segunda era demasiado traviesa y no dejaba de hacer trastadas a los vecinos y pastores del lugar. Así que la rubia decidió hacer un sortilegio y trasladarla hasta el nacimiento del río. No se dio cuenta de que sus cabellos plateados colgaban -en lo que ahora es la cascada- y cuando se dio cuenta y quiso que recobrara su anterior estado -una vez superado el escarmiento- no consiguió recordar las palabras mágicas para deshacer el conjuro. Desde entonces, se encuentra en el lago de Brenavinto que, en su fondo, alberga un palacio con una biblioteca repleta de códices. La anjana de los cabellos dorados lee y lee con la esperanza de encontrar la fórmula para romper el hechizo.
Encarna y Alfonso leen este paraje en uno de los paneles explicativos que hay ubicados en el mirador. Es la primera vez que están aquí, a pesar de que viven a tan solo unos kilómetros de distancia. «Habrá que ir a ver si es verdad lo que dice», afirma otra pareja. Son de Guadalajara. Prismáticos en mano observan el vuelo inmóvil de los buitres. Un poco más arriba, el aparcamiento del collado está repleto de automóviles. De aquí surgen gran cantidad de rutas por las zonas que durante muchos siglos fueron modelando los glaciares. Como la del Bustalveinte-Hondojón. Trece kilómetros y medio para recorrer (aproximadamente) en poco más de cinco horas.
También es un paraíso para los amantes de la espeleología. A los que les gusta -y están preparados y tienen los conocimientos suficientes para adentrarse en las entrañas de la tierra- esto es como un gigantesco parque de atracciones. Aquí se encuentra uno de los mayores laberintos subterráneos de todo el país. En la comarca del Alto Asón hay más de 4.000 de las 9.000 cuevas que hay catalogadas en Cantabria. Es el reino de la oscuridad. Estalactitas, estalagmitas, pozos, simas y muchos kilómetros de galerías. De ahí surge el río Asón que luego brota en forma de cascada para deleite de los sentidos.
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