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«Aseguraron dos de las más grandes, pero quedan unas cuantas rocas más que también son una barbaridad de grandes. Algunas con del tamaño de un coche. Y en cualquier momento pueden marchar ladera abajo y caer sobre la carretera». Se refiera a la CA- ... 260, la comarcal que une Liérganes con San Roque de Riomiera y atraviesa el municipio de Miera; durante el pasado fin de semana esa vía estuvo cortada a la altura del kilómetro 5 por la roca y piedras del desprendimiento que se quedó desperdigado ladera abajo desde Peña Berzosa, encima del barrio de Mortesante, hasta la carretera. María José Abascal es una de las vecinas de ese núcleo y considera que, aunque la carretera ya está limpia y abierta tras los trabajos realizados por Obras Públicas, «las rocas siguen estando ahí. Son un peligro. Tenemos miedo porque, tarde o temprano, caerán y pueden causar un daño terrible en la carretera».
El enorme desprendimiento afectó principalmente al vial interior de Mortesante, que quedó cubierto de enormes rocas, y que se sitúa varias decenas de metros sobre la carretera. Algunas rocas cayeron a la CA-260, pero la mayor parte del argayo ha quedado diseminado en una ladera muy pindia justo encima. «La que cayó a la carretera es una chiquitina», afirma María José; «no tiene comparación con las que quedaron encima. Queremos que las retiren. Es un peligro que nos incumbe a todos, a los que vivimos aquí y a los que están de paso. Yo tengo miedo para ir de Mirones a Liérganes, pero es que por esa carretea va también el transporte de los niños, los que van a trabajar, los visitantes que suben y bajan a San Roque y a Lunada...». Esta vecina, a la que el miedo a causa de esas rocas le quita el sueño, dice que prefiere dar el rodeo por el Caracol y Selaya a pasar por debajo del prado sembrado de piedras.
«Entiendo la preocupación, pero si han abierto la carretera es porque está seguro», señala el alcalde de Mirones, Tarsicio Gómez, al ser preguntado por la situación del argayo y la intranquilidad de los vecinos. «No creo que los técnicos e ingenieros de la Consejería y de la empresa que se ocupó de los trabajos para retirar el argayo se arriesguen a abrir la carretera así, sin más. Yo estoy contento con el trabajo realizado, diligente y rápido. Lo han mirado, hicieron su trabajo, lo han asegurado», apunta el alcalde, «y ahora lo han abierto». Gómez explica que de las dos grandes rocas desperdigadas por el prado «una la han asegurado con mallas y cables, y la otra ha quedado asentada en el prado» con lo que, sostiene, «si han abierto la carretera es porque es seguro».
«¿Hay peligro inminente? No. ¿Hay riesgo de que se desmigue aún más la peña? Quizá sí, pero eso es lo que se va a tratar de evitar», explica el alcalde, y señala que la Consejería ha iniciado un trámite de urgencia para extender más mallas y medidas de protección (calcula que en un mes) tanto en la peña como en las rocas que quedaron por debajo.
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