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Entender que el ciclo de un río, desde la cuenca, su estuario hasta la costa, forma parte de un conjunto. Que sus partes no se pueden disociar así como así y que la intervención sobre una zona afecta a las demás. De estas premisas parte ... el concepto de gestión integrada, una óptica de trabajo que ya en el 2000 se tradujo en la Directiva marco del agua (DMA) -la respuesta de la Unión Europea (UE) a la necesidad de unificar las actuaciones en materia de gestión de agua-, una manera de proceder de la que, como agente crucial en este ámbito dentro y fuera de la comunidad autónoma, el Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria (IH) ha hecho ya su 'modus operandi'.
Con esa forma de entender la gestión clara y ya sobre la mesa, el Gobierno de Cantabria -vía consejería de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente y la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental- recurrió al centro mixto en 2019 para elaborar un plan. O mejor dicho, el plan -el Plan Estratégico Ambiental 2030-. Una hoja de ruta clara con la idea de priorizar actuaciones para la gestión integrada de la cuenca del Saja-Besaya, una de esas zonas de la comunidad autónoma que han supuesto un elemento de análisis recurrente para el instituto. Objetivo: renovarla, mejorarla y reactivarla teniendo en cuenta no sólo la rama ambiental sino también la social y la económica.
Primero un análisis global. «Recopilamos toda la información que teníamos para una primera fase de diagnóstico», aproxima el catedrático e investigador principal del proyecto del IH, José Antonio Juanes. Esta parte es fundamental. Saber qué se va a hacer y con qué objetivos. Después de todo ya hay diferentes planes de saneamiento, otro hidrológico, de inundaciones, de incendios, sobre especies invasoras... Mucho plan. Pero ninguno realmente integral enfocado a la recuperación de la cuenca del Saja-Besaya -incluso algunos cuyos objetivos pueden estar en contraposición a los de otro-.
Ahí es donde entra el Instituto de Hidráulica que, de alguna manera, recopiló buena parte de todos los planes para hacer un buen análisis y «recoger todas las medidas que deberían estar implementadas». Y no lo han hecho solos. Juanes y su equipo han recurrido también a la voz de todo tipo de agentes sociales a través de un plan de participación pública, con al menos 164 actores relevantes involucrados en la cuenca, desde administraciones a asociaciones y fundaciones de todo tipo. ¿Cómo ve la cuenca a día de hoy? ¿Qué haría con ella? ¿Qué fortalezas resaltaría? ¿Y qué debilidades? Todas sus opiniones e inquietudes sobre el tema fueron recogidas entre agosto y septiembre, sin contar la apertura durante dos meses de una encuesta pública a disposición de cualquier ciudadano.
De ahí el desglose en que ha derivado ese esfuerzo, una recopilación de unas 1.800 sugerencias condensadas en ocho metas y 18 líneas de actuación. Los temas más importantes y con el máximo detalle, dividiendo la cuenca en hasta seis zonas sociológicas. Y de nuevo, no sólo la parte ambiental sino sus posibles interacciones de ésta con otras partes -por ejemplo, ayudas para empleo verde en la lucha contra plantas invasoras-.
¿Cuáles son esos ocho objetivos? La mejora ambiental de los ecosistemas fluviales; la del estuario de San Martín; la puesta en valor del paisaje y sus zonas forestales; la mejora de la calidad ambiental en zonas urbanas e industriales degradadas; el fomento de la actividad económica y el freno del desempleo; el impulso de la actividad en zonas rurales y estabilización de su población; aumento de la resiliencia del medio y anticipación frente a riesgos ambientales; y por último, la mejora de la coordinación administrativa e institucional. Finalmente, a finales del año pasado el IH convocó a 45 personas involucradas en el plan a un taller participativo para debatir y priorizar tres líneas a seguir -salieron reforzadas la primera, la quinta y la octava-.
A partir de aquí, el instituto público se ha comprometido a informar sobre su hoja de ruta definitiva a finales de este mes -también se publicará en la web-. Entregar el plan y mostrar a la consejería el camino que, a juicio del IH, ha de seguir la administración alrededor de la cuenca del Saja-Besaya.
Un entorno de calidad. El plan se propone mejorar ambientalmente los ecosistemas fluviales, el estuario de San Martín; el paisaje y sus bosques así como las zonas degradadas.
Actividad y coordinación. De forma integrada, el IH contempla el fomento de la actividad económica y el freno del desempleo, el impulso de la actividad en zonas rurales así como la mejora de la coordinación institucional.
Empleo verde. El IH valora la importancia del empleo verde, también contemplado en el plan, como un activo fundamental en la gestión ambiental y económica de los próximos años.
De idea a proyecto. De enero a septiembre, y partiendo de las sugerencias ofrecidas, el IH invitará al Gobierno de Cantabria a desarrollar medidas concretas e integradoras en la cuenca.
Entonces es cuando se hablará de medidas tangibles, si es que el Gobierno decide ponerlas en marcha. Y así hasta 2030. «Nosotros decimos lo que consideremos que es mejor a medio plazo, lo que creemos que es ventajoso para la cuenca». Y es importante entender una cosa: lo que ofrece el IH no son sólo ideas sino anteproyectos -con un presupuesto, con plazos, necesidades, presupuesto...-.
De enero a septiembre, y con esas líneas de actuación en la agenda, el instituto invita al Ejecutivo a desarrollar medidas concretas e integradoras, lo que pasa entre otras cosas por «generar alianzas con empresas para vincular la parte ambiental a actuaciones relacionadas con la mejora de medio ambiente y empleo», como apostilla el investigador principal del plan.
Lo que está claro para Juanes y su equipo es el activo que supone disponer de ecosistemas en buen estado y, «con ellos, sus servicios ecosistémicos -desde la navegabilidad para los barcos hasta la gastronomía de calidad-». El investigador incide en esa cuestión «fundamental» a su juicio. «Parece que es algo que nos viene dado, pero que echamos en falta cuando no lo tenemos. Es lo que nos ofrece la naturaleza. La transición ecológica va en ese camino, a mantener ese 'stock'», desarrolla Juanes, antes de agregar la importancia de la cuenca, sin cuyo «valor» Cantabria «perderá calidad de vida».
De ahí el papel fundamental que tiene la gestión integrada. «Porque las medidas no sólo van pensadas para arreglar el medio ambiente sino para arreglar el entorno en relación a la sociedad que vive alrededor. El bienestar humano y la conservación tienen que ir necesariamente de la mano. Si somos respetuosos con nuestro entorno, éste nos proporcionará valores que nos dejen mejorar la calidad de vida», insiste, antes de incidir en la necesidad de que esta hoja de ruta se traduzca en al menos «tres proyectos emblemáticos por parte del Gobierno y que se puedan poner en marcha en el 2022 o finales de 2021».
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