
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Los burros de Juanjo Sánchez campan a sus anchas desde hace tres años por los humedales de Cuchía (Miengo), antigua cantera de Solvay, ajenos ... a la labor que su mera presencia provoca en un paisaje que hasta hace poco no tenía nada que ver con lo que es ahora. La iniciativa 'STOP Cortaderia', coordinada por SEO BirdLife, que ha contado con una financiación principal de la Consejería de Ganadería y Desarrollo Rural de unos 100.000 euros, ha necesitado también de la intervención de Solvay, propietaria de la mayor parte de los terrenos, que ha dado la autorización y también ha participado en la financiación.
«Esto estaba todo que no se veía, estaba perdido», explica el ganadero, cuyos animales comparten espacio con algunos más de otros dos propietarios. Aunque en menor proporción que los burros, que son 42, también hay vacas (30) y caballos (10). Pero es que los primeros han logrado mejores resultados en esta zona concreta. «Cuando los plumeros echan tallo nuevo, le van dando y no le dejan irse arriba», expone Sánchez, orgulloso de que cada vez venga «más gente» a pasear por aquí.
Cuando le plantearon la idea, el ganadero pensó que «sería poco menos que imposible quitar el plumero, porque tenía tres metros de altura». La propuesta llegó como consecuencia de ese trabajo que se venía haciendo de manera natural, como explica el delegado en Cantabria de SEO, Felipe González. «Se fue detrás para ver si podían poner más animales, y nosotros, dentro del proyecto, prepararíamos las parcelas y demás», recuerda.
Así las cosas, se dividieron las fincas y se adecuaron para el ganado, con sus accesos al agua correspondientes. Ha habido que utilizar maquinaria pesada, aportar materia orgánica para regenerar los suelos, sembrar, desbrozar varias veces y traer un refugio para los burros, aparte del seguimiento periódico, «clave, para evitar el rebrote». Aquí es donde actúan los animales, que no son otra cosa que «aliados». Como expone González, el ganado controla las plantas jóvenes que rebrotan y a las plantas grandes «las va como castigando, de manera que al cabo de un tiempo las elimina, con su acción de pisoteo», mientras los excrementos fertilizan el suelo y ayudan a la recuperación. La gestión del ganado está diseñada para no sobrepastorear y que los animales vayan rotando por las diferentes parcelas, procurando que no crezca demasiado el plumero.
Si bien, como dice González, el uso del ganado en la gestión de espacios naturales es «de sobra conocido», el matiz es que aquí se han fijado en dónde había interacción entre ganado y plumeros, después de haber hecho pruebas y comprobar que funcionaba. En Cantabria, si bien no a tan gran escala, existen otros proyectos similares, gestionados también por SEO. Es el caso de una finca en Santander, con un rebaño de ovejas, y otra en Villaescusa, donde también se utiliza ganado.
Es miércoles y los trabajos de Cuchía se centran hoy en echar semilla. «¿Y luego vais a regar?», les pregunta la concejala de Medio Ambiente, Sara Gómez, a los encargados de esta labor; pero no, han elegido este día porque «dan agua para el sábado».
La edil ha centrado parte de su trabajo en el área en este paraje tan singular, «apostando por la puesta en valor de la zona, sensibilizando a los vecinos de distintos colectivos». Sigue el proceso de cerca y celebra sus resultados. «No sabíamos si iba a poder controlarse el plumero, porque era para llorar, era un mar blanco, y ahora, gana el espacio libre», señala. Como confirma la edil, el mayor problema que hay en la zona, «aparte de la mala calidad de los suelos, que en algunos casos han sido vertederos», es la proliferación de los plumeros. «Esto era un grandísimo plumeral», señala Gómez.
Por eso, le ha agradado contemplar el proceso que buscaba ponerle fin, algo que conoce al dedillo: «En muchos lugares, lo que se ha hecho primero es el desbroce de todos los plumeros; en otros, eliminar el plumero de raíz con excavadora, aportes de tierra, de abono de la yeguada de Ibio, hidrosiembra...»
Si bien este proyecto en concreto comenzó a desarrollarse en 2019, las labores de regeneración se habrán puesto en marcha, como calcula la concejala, «hace quince años o por ahí, con más o menos intensidad». Y ello porque «cuando Solvay acaba la explotación de la cantera, tiene la obligación de dejarlo en recuperación ambiental».
Para seguir restaurando y recuperando ambientalmente este punto de Cuchía, así como para actuar en el entorno de Suances y El Astillero, la Consejería presentó aquí el pasado jueves un nuevo proyecto al que destinará un total de 3.156.585 euros, con cargo a los fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) procedentes de la iniciativa Next Generation de la Unión Europea,
En el caso de Miengo, las actuaciones suponen una inversión de 2.326.065 euros y tienen el objetivo de restaurar espacios postindustriales; mejorar e incrementar la capacidad de acogida para la flora y la fauna silvestre alóctona, aprovechando las particularidades de la zona, y acercar estos espacios naturales a la población para su uso recreativo y el fomento de la participación ciudadana.
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