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La familia, de izquierda a derecha, está formada por Oliva, Teresa, Noelia, María, Andrea con Greta, Sara con Enzo y Lucía. N. C:
Cinco generaciones de mujeres

Cinco generaciones de mujeres

Una gran familia de Buelna ha celebrado recientemente el nacimiento de dos tataranietos, Greta y Enzo, el único niño de una saga en femenino

Nacho Cavia

Los Corrales de Buelna

Lunes, 25 de noviembre 2024, 14:27

Oliva es de Tudanca, un singular pueblo del valle del Nansa donde nació la historia de una saga familiar en la que las mujeres son santo y seña, una primacía de sexo y longevidad. Cinco generaciones de mujeres en perfecto estado de formación, desde la propia Oliva, con sus magníficos 96 años, a Greta, con apenas semanas de vida.

La actual tatarabuela, Oliva Cosío Rodríguez, conoció de moza un joven del pueblo de Coo, junta vecinal de Los Corrales de Buelna, Alberto Fernández, con el que se casó y trasladó con ella la historia a otro valle, el de Buelna.

Pronto se fueron a vivir a un pueblo vecino, Barros, y allí nació su única hija, María Teresa. La segunda generación de mujeres en este relato sobre matriarcado. Maritere, como la llama su madre, conoció a Nicolás Gutiérrez, de la vecina Torrelavega, se casaron y se fueron a vivir a Los Corrales, donde nacieron otras dos mujeres, Noelia, que vive en Barros, y María, que se fue a residir a San Felices, extendiéndose la tercera generación de la saga al otro pueblo del valle.

La cuarta generación se nutrió con otras tres mujeres. Noelia fue madre de Andrea y Sara, y María de Lucía. Y hace apenas unas semanas Andrea fue madre de otra niña, la pequeña Greta, que arribó a este mundo en septiembre. Ya entonces a María Gutiérrez se le ocurrió que cinco generaciones vivitas y coleando se merecían una buena fotografía. En esta época, en la que las madres cada vez lo son con más edad, es algo, cuando menos, inusual.

Pero había que esperar, porque Sara también estaba en avanzado estado de gestación y venía un nuevo miembro de la familia a engrosar la plantilla de esa fotografía. Venía la excepción que confirma la regla, Enzo.

Hace unos días todos se reunían, incluso el resto de caballeros, integrantes políticos de esta gran familia matriarcal. Y se pudo hacer la esperada foto. No sin antes vivir un episodio que tuvo en vilo a toda la saga.

Un susto y una buena noticia

Andrea acababa de dar a luz a Greta, le habían dado el alta y preparaba su regreso a casa. A 40 kilómetros de Santander, Oliva era atendida de urgencia por un infarto cerebral que obligó a trasladarla en ambulancia al hospital Marqués de Valdecilla entre la vida y la muerte. Sin saberlo, Oliva y Greta, primera y quinta generación, se cruzaron en la carretera. María Gutiérrez se emociona al recordarlo. «No me lo podía creer, no podía entender que mi abuela no fuera a conocer a Greta, con la ilusión que la hacía, la ilusión que nos hacía a todos que la sostuviera en sus brazos». «Nos dio un vuelco el corazón». Y es que las noticias de los médicos eran todo menos tranquilizadoras.

Greta llegaba a la calidez de su casa mientras Oliva pasaba por las frías pruebas pertinentes. La preocupación reinaba en la habitación del hospital, más cuando Alberto Fernández, el marido de la tatarabuela, había fallecido de un infarto cerebral también.

Entre la tatarabuela Oliva y la pequeña Greta han pasado 96 años, ocho mujeres y un niño, Enzo, el último en llegar a la saga familiar

Pasado el mediodía, en esa habitación, una voz preguntó «¿qué hago aquí?». Era Oliva, totalmente recuperada. Los médicos ratificaban el 'milagro'. Un infarto cerebral superado y sin secuelas. Oliva regresó a casa como si no hubiera pasado nada, esperando conocer a su tataranieta. Y luego llegó Enzo para alegría de todas las mujeres de su familia. Porque, en el fondo, todas querían ya un niño. Fue entonces cuando se reunieron para la esperada y feliz, ahora sí, fotografía.

María Gutiérrez hace repaso de las dos mujeres con las que partió el relato y la saga. «Mi abuela es una fenómena, autosuficiente, independiente, se vale muy bien y con los niños está encantada». Vive con María Teresa, «que es la que tira del carro, la que nos une, es la cabeza de familia y, con ella y sus enseñanzas, nos hemos guiado todas». María está en medio, con dos generaciones por arriba y otras dos por abajo. «Es una situación extraña, ves a los pequeños con una diferencia de casi un siglo con mi abuela y es increíble; y veo a mis sobrinas ser madres ya y me asombro; y pienso en mí como tía abuela y me suena raro». La rareza y la grandeza de una extensa familia, en femenino.

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