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La Consejería de Obras Públicas estudia dar una solución a la paralización de las obras del nuevo puente Ranero sobre el río Besaya en Los Corrales de Buelna, ordenada por la Confederación Hidrográfica del Cantábrico. Aunque aún no se ha dado con una respuesta técnica definitiva, lo cierto es que el consejero, José María Mazón, ha reconocido que la situación planteada por el organismo estatal obliga a cambiar el proceso constructivo tal y como se había planteado.
El consejero afirmó estar «preocupado» y avanzó que «se estudia una solución pronta para no eternizar la obra». «Ahora mismo no sabemos aún cuál será el remedio definitivo, pero sí tenemos claro que no podemos continuar con el proceso constructivo tal y cómo lo habíamos planteado hasta el momento».
Explicó que las exigencias actuales de la Confederación Hidrográfica impiden trabajar en esta época del año, lo que evita continuar con la ejecución de un proyecto que también ha tenido que retroceder en algunos puntos, como una escollera que se había levantado en el margen derecho del río y que ya se ha retirado. «Estamos buscando soluciones porque evidentemente no se puede seguir así», dijo Mazón.
La Consejería de Obras Públicas y Vivienda adjudicó en junio de este año a la UTE Obrascón Huarte Lain-Cannor Obras y Servicios Cantabria la construcción del nuevo puente Ranero de Los Corrales de Buelna, una obra esperada en el valle que se firmó con un presupuesto de 1.472.401 euros y un plazo de ejecución de un año que ya será complicado cumplir.
El puente se levantará sobre el río Besaya, siguiendo el trazado actual de la carretera autonómica que une Los Corrales con San Felices, una nueva estructura que vendrá a sustituir a la actual, un puente con 85 años de existencia que soporta a diario un tráfico intenso, en su mayoría grandes transportes con dirección a las muchas factorías que se levantan a ambos márgenes del río y que dan empleo a más de un millar de trabajadores.
En principio la intención era acometer la construcción de la nueva estructura en dos fases, la primera respetando el actual puente, que seguiría abierto al tráfico. Terminada la primera fase se podría abrir parte de la nueva estructura al paso de vehículos y se demolería el puente actual, para levantar después la segunda fase, el nuevo puente al completo. En ese momento se repondrían los servicios públicos, se señalizaría y se reorganizarían los accesos al puente y al gran aparcamiento de la margen derecha del río. De momento habrá que esperar a la solución que se de a las obras.
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