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Apoyado en una furgoneta, con las manos en los bolsillos, serio y cabizbajo, Isidoro San Justo observaba el ir y venir de operarios al interior del taller que luce su propio nombre en la fachada. O a sus restos, porque el incendio desatado ayer en la nave industrial dejó la instalación convertida en un amasijo de hierro y plástico quemado.
A primera hora de la mañana, antes de las siete, las alarmas saltaron en el taller ubicado en el polígono Mies de Molladar. Tras recibir el aviso, acudieron al lugar los Bomberos de Torrelavega, que solicitaron refuerzos a compañeros del 112 de la ciudad y también de Santander, «para garantizar el suministro de agua» ante la magnitud del incendio, cuyo humo podía verse desde las localidades limítrofes. También hubo apoyo del parque de Los Corrales de Buelna, unidades de la Guardia Civil, de la Policía Local y también de las agrupaciones de protección civil de Cartes y Polanco, que estaban movilizadas porque, casualmente, ayer se celebraba la subida en albarcas a San Cipriano, muy cerca de este punto. Todos los allí presentes tuvieron que utilizar mascarillas, al darse aviso de que el fuego había generado gases tóxicos.
«El daño es total, tanto de la nave como de los vehículos del interior», explicaba el sargento de la base de Torrelavega. «Hay mucha carga de combustible, aceites, gases inflamables para la maquinaria...». Esos mismos materiales obligaron a mantener el dispositivo activo durante varias horas, dado que cada uno de los vehículos, con sus depósitos, podían convertirse en focos y reactivar el fuego de nuevo. Era obligado «rematarlos».
La rápida actuación de los equipos de extinción evitó que el fuego se propagase a las naves cercanas, si bien el efecto puede apreciarse en el lateral exterior que da a uno de los viales principales del polígono y que por el efecto del calor se asemeja al fuelle de un acordeón.
Siendo un día festivo y como es habitual, el taller había 'aparcado' en el interior de la nave –la principal de las tres que integran el negocio– muchos de los vehículos en los que están trabajando. Si bien algunos de los coches no parecían tan dañados a primera vista, los mecánicos no tenían muchas dudas: «Han quedado para desguace».
Muchos de los trabajadores, preocupados y un tanto aturdidos, permanecían en la parte posterior del recinto, atentos a los movimientos de los distintos equipos. En torno a 50 personas forman parte de la plantilla del taller, uno de los más grandes de la cuenca del Besaya, cuya profesionalidad y trato cercano con el cliente lo han convertido en referente del sector. Son más de 40 años los que Isidoro San Justo lleva dedicado a la mecánica, desde que abrió su primer taller en Santiago de Cartes, para trasladarse más tarde al polígono Mies de Molladar y ampliar sus instalaciones, ante la creciente demanda, hasta el espacio actual.
Además de su hermano, uno de sus hijos trabaja con él y con el susto aún en el cuerpo, pendiente de la evolución de los daños, respiraba por el hecho de que no se hayan producido daños personales. A partir de ahora, será la Policía Científica la que deba resolver el origen del fuego y las aseguradoras las que se pongan a trabajar con los resultados.
En la zona acordonada, además de trabajadores de los diversos negocios del polígono, también se pudo ver a empresarios de otros talleres dando su apoyo a los afectados.
Cuando, pasado el mediodía, se pudo abrir el portón principal, la imagen era desoladora: la estructura metálica de varios camiones era lo único que había sobrevivido en la parte frontal a la voracidad del fuego. Entre el humo y los chorros de agua de las mangeras, las vigas y las barandillas aparecían combadas por las temperaturas y el material del techo se había fundido cayendo sobre el interior.
El alcalde de Cartes, Agustín Molleda, llegó poco después de las siete, avisado por un vecino de la zona, e inmediatamente después, por una llamada del 112. «Cualquier cosa que se diga con lo que estamos viendo no tiene mucho sentido. Una vida de trabajo, de esfuerzo, de dedicación calcinadas, una familia que en pocas horas ha perdido el trabajo de toda una generación», decía. También destacó la labor de los bomberos, «un trabajo ingente, es terrible verles trabajar en estas situaciones de riesgo absoluto».
Muchos vecinos del pueblo se acercaron al lugar y la pregunta más repetida era ¿qué está pasando con tantas naves ardiendo?, como decía Alberto, un joven que había aparcado cerca para participar en la marcha del Día de las Albarcas. Una cuestión lógica, pues en apenas un mes, dos incendios han calcinado sendos negocios de grandes dimensiones. El 9 de agosto, las llamas devoraron el bazar Siglo XXI, ubicado a menos de 3 kilómetros, en Campuzano (Torrelavega). La misma suerte que corrió otro bazar situado junto al puente entre Santiago y Cartes, en 2017. Las cunetas del polígono arrastraban agua mezclada con ceniza y el olor a plástico quemado se mantenía en el ambiente. Trece horas después del inicio, San Justo con todos sus trabajadores, como una piña, seguían en la nave, moviendo materiales y, ya con el fuego apagado, dando pasos hacia su reconstrucción.
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