Desperezarse cada semana con el taichí

El año pasado la extensión cultural en la localidad de la Universidad Nacional de las Aulas de la Tercera Edad (Unate) aceptó el reto de dar un paso más en la amplia oferta cultural que venía impartiendo y apostó por sacar a la calle a sus alumnos, proponiéndoles algo tan inusual como la práctica del taichí, como una actividad física alternativa.

La coordinadora de las Extensiones Culturales, Cristina Bezanilla, explicó que tras los primeros meses de pandemia, en especial después del confinamiento, la Unate se propuso retomar sus citas con una reactivación física de los participantes, todos mayores de cincuenta años. Así surgió la programación de un taller de taichí al aire libre, «que tuvo una magnífica acogida desde el primer momento».

A una veintena de personas les gustó la idea por novedosa. Algunas (son principalmente mujeres) lo habían visto en documentales e, incluso, en alguna película. Les llamaba la atención. Así que, el primer miércoles, el escenario a cubierto de la plaza de la Pontanilla se llenó. Y si antes les gustaba, tras practicarlo les gustó aún más. Buena parte de culpa la tuvo su profesora, Silvia Pereda Hernández.

Así las cosas, este curso fueron los alumnos los que reclamaron continuar con la actividad. Habían notado los beneficios tanto físicos como mentales: un cuerpo más flexible, mayor resistencia, mejor respiración. Incluso notaron sus valores como técnica de meditación en movimiento. Así que lo tenían claro, querían seguir perfeccionando su estilo.

Como se encontraban mejor en general, la Unate dio otro paso adelante y les propuso añadir lo que llamaron 'paseos interpretativos', recorridos por enclaves notables de Los Corrales de Buelna. Los lunes, paseos. Los miércoles, taichí. Sin grandes pretensiones, pero con la idea clara de «vivir con calidad». Un 'Verano Mayor', como explicó Cristina Bezanilla, «encantados de volver a programar actividades y tener a nuestros mayores en activo, que es como tienen que estar».

En ambos casos, ejercicios al aire libre «que nos desperezan y con los que notamos beneficios físicos y emocionales muy positivos». Actividades, añadió, «recomendables para todas las edades y, sobre todo, para los que nos pasamos buena parte de nuestra vida de forma sedentaria».

La coordinadora de Extensiones Culturales agradeció el apoyo «incondicional» del Ayuntamiento de Los Corrales de Buelna «porque todo esto es posible por su colaboración y su financiación para las actividades», dijo.

La concejala de Educación, Cultura y Ciudadanía, María Ángeles Lombilla, es una de las convencidas del acierto de la propuesta, tanto como de los beneficios del taichí, «que tuvo y tiene una acogida sensacional como una forma diferente y divertida de hacer gimnasia», y de los paseos, «que permiten a los participantes recorrer zonas que en la mayoría de los casos conocen bien, pero que siempre se ven de otra forma con una persona que nos va contando sus posibilidades, su riqueza e importancia histórica, cultural o natural».

Pero, además de todo eso, resaltó otra de las «grandes ventajas» de ambas actividades. La socialización. «Salir de casa, hablar con otras personas, compartir gustos o aprendizajes, hacer amigos incluso, ¿por qué no? Toda una experiencia vital por la que nosotros, como gobierno, también apostamos».

De lo que no se ha librado ni el taichí ni los paseos ha sido del mal verano que ha sufrido Cantabria. Los paraguas han sido buenos aliados en alguno de los recorridos interpretativos y la pequeña cubierta del escenario de la plaza de la Pontanilla ha dado un respiro algún que otro miércoles de lluvias incesantes. Pero en ningún caso los participantes se arredraron y ya preparan la ropa para el miércoles y la mochila para el último paseo, el de la ruta de los leguarios.