![El discreto centenario del Casino de Buelna](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202010/26/media/cortadas/casino-corrales-kB9H-U1205701224105QD-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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El 20 de marzo de 1920 se abrieron por primera vez las puertas del Casino de Buelna, toda una institución para muchas generaciones de corraliegos que, aún hoy, aprovechan sus instalaciones. La directiva actual había preparado varios actos para conmemorar ese centenario, pero, por ... razones obvias no ha sido posible. Un siglo de existencia, entre la gripe española y el coronavirus.
Dos edificios emblemáticos han acogido ese casino, los dos en la avenida a la que da nombre el promotor de la idea, el empresario José María Quijano. La Sociedad Casino de Buelna residió en primer lugar en un edificio próximo a las vías del tren (lo que terminó siendo sede de Falange Española). Allí estuvo durante 51 años, desde el 20 de marzo de 1920 al 18 de diciembre de 1971, cuando se trasladó a la sede actual, una magnífica casona del siglo XVIII en la no menos conocida plaza de La Rasilla.
La fundación de la sociedad, como recuerda el historiador José Pérez Mora, se debió al expreso deseo de José María Quijano que, de alguna manera, trataba de compensar lo mal que lo habían pasado los empleados de la fábrica de trefilerías corraliega durante la huelga de 1919. Cuenta que los empleados que no habían secundado la huelga habían sido aislados por los vecinos, que no vieron con buenos ojos la actuación de los mismos. Para contrarrestar esa situación Quijano decidió dotarles de un espacio donde pudieran reunirse sin contratiempos.
La situación era más que compleja en medio de los sufrimientos que provocaba la gripe española. Más de 800 personas habían secundado una huelga que reivindicaba mejoras salariales y nuevos horarios. El hambre pronto empezó a causar estragos en las familias, la Guardia Civil tuvo que intervenir, las armas entre los sindicalistas de ambos bandos salían a la palestra. Por eso, cuando todo terminó, las tensiones entre unos y otros siguieron presentes.
En todo caso, lo que sí está claro, dice Pérez Mora, es que la empresa estaba interesada en la consolidación del Casino de Buelna y la participación de una parte de los obreros, los más cualificados. Para ello no dudó en aportar un apoyo económico para garantizar su funcionamiento. Además aporta el local, en primer lugar situado en el economato, al que pertenecían la mayoría de los asociados, y más tarde junto a las vías del tren.
Ya por aquel entonces contaba con un escenario en el que se proyectaban películas de cine, además de organizar actuaciones de teatro o musicales, conferencias o fiestas sociales. Y, por supuesto, tenía un servicio de bar que, en parte, estaba abierto para quienes no fueran socios.
Lo cierto es que se convirtió en una puerta abierta a las, entonces, nuevas tecnologías. En 1929, a principios de enero, se instaló un teléfono, que supuso una gran innovación en el pueblo y permitió a los socios tener algo a lo que no tenían acceso otros vecinos. Durante su inauguración se cursaron telegramas al rey Alfonso XIII, al general Primo de Rivera y a las primeras autoridades provinciales, «celebrándose conferencias con gran nitidez, con Madrid y Barcelona», como relataba el que fue durante medio siglo corresponsal de El Diario Montañés, Felipe Lucio Capelli.
Hubo más. La energía eléctrica llegaba con garantía a las instalaciones y eso llevó a los directivos a facilitar un lugar de estudio a los jóvenes colegiales, para asegurarles luz suficiente para ampliar las horas de aprendizaje que requerían.
Al mismo tiempo, la Sociedad Casino de Buelna también tenía como objetivo tratar de darles a sus asociados una mayor proyección cultural, una mayor presencia en el pueblo. De hecho, durante muchos años estuvo al frente de la organización de las fiestas de San Juan.
El 18 de diciembre de 1971 la sede del Casino se trasladó a una casona del siglo XVIII, situada en el margen derecho de la Avenida José María Quijano. La mansión pertenecía a la familia Quijano y su último morador había sido Juan José Quijano de la Colina, hijo del fundador de la fábrica Nueva Montaña Quijano.
El traslado fue muy bien acogido por los socios, mejoraron las instalaciones, hubo una mayor actividad y, lógicamente, como dice Pérez Mora, eso se tradujo en un incremento del número de socios. Tal situación llevó al Casino de Buelna a adquirir un enorme relieve en la sociedad corraliega.
Incluían las nuevas instalaciones un sala de billar francés, a tres bolas, un referente para muchos vecinos, «que nos pasábamos muchas tardes observando, aprendiendo, todo en silencio para no descentrar a los jugadores», dice el historiador.
El Casino se convirtió en un centro de atención para el pueblo en tres momentos puntuales a lo largo del año. Uno, en las fiestas de Navidad, sobre todo la fiesta social de la Nochevieja, otro en las fiestas de San Juan y, con el tiempo, se instituyó el Día de los Socios, que se celebra aún hoy en día en el mes de julio. Este año, ya se sabe, no pudo ser.
Sin lugar a dudas uno de los presidentes que ha durado más en el cargo es Bernardo Lasarte Pereda, toda una institución en el Casino. En 1984 comenzó a ejercer su labor de presidente y, ahí sigue. En cuanto a la gestión del bar también hay que destacar la veteranía «y buen hacer» en el cargo de Juan Carlos López, recientemente jubilado.
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