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La draga Barlovento I, hundida en Suances el 30 de mayo de 2018 mientras realizaba labores de dragado en la canal de entrada del puerto, no tiene visos de ser reflotada al menos hasta la primavera del año próximo, cuando las condiciones del tiempo ... mejoren. Así lo ha explicado el capitán marítimo de Santander, César Díez Herrera, quien ha argumentado que el segundo plan de reflotamiento que presentó la empresa encargada, BAM Maritime, después de haber fallado el primer intento, ha sido rechazado. «Era inviable y había dificultes especiales por lo que se le dijo al seguro que tenía que descartar a esta empresa y ofertar los trabajos a otra», señala Díez. Ese segundo intento de reflotamiento se había planteado para el periodo estival de este año, aprovechando que las condiciones del mar serían más favorables.
Por lo tanto, el punto en el que se encuentra ahora la situación es, según el capitán marítimo, que «se está trabajando en un nuevo plan con otra empresa de salvamento». Aunque no quiere desvelar el nombre hasta que sea oficial, explica que últimamente se han mantenido conversaciones con una en concreto. «El seguro nos presenta un borrador de plan que ha presentado la empresa y nosotros valoramos los detalles técnicos y de logística», afirma Díez, que detalla que el contrato oficial se firmará cuando Capitanía Marítima dé el visto bueno.
El responsable también habla de una «fecha tope» para que la empresa pueda presentar toda la documentación necesaria: «final de año». De superarse esa fecha, se pasaría a la «ejecución forzosa» y en este caso, la administración martítima tendría que ser quien hiciera la contratación para después trasladarle los costes al seguro.
César Díez Herrera, Capitán marítimo
Sobre si la embarcación hundida puede suponer algún peligro para la navegación, Diez Herrera insiste en que «peligro real no supone», sin embargo los pescadores no se explican cómo puede continuar ahí pasado tanto tiempo. «El día menos pensado pasará algo y nos echaremos las manos a la cabeza», comentaba a nivel personal Antonio González, que aunque desde hace poco está jubilado, ha sido, en diferentes etapas, presidente de la Cofradía y sigue en contacto con este sector. En su opinión «eso ya no hay quien lo saque, porque estará enterrado».
El propio Inaki Beldarrain, responsable de la empresa que hasta ahora tenía encomendadas las labores de reflotamiento, confirma que la última vez que se comprobó «sólo se veía el lomito de la draga». «En base a la nueva autorización que teníamos, se realizaron operaciones y se vio que el barco estaba completamente enterrado», añade. Precisa que desde la experiencia de su empresa y tras «una serie de pruebas realizadas», se trata de una operación «muy difícil».
Iñaki Beldarrain, BAM Maritime
La draga en cuestión se hundió tras abrirse una vía de agua. El capitán y dos tripulantes sintentaron achicar, pero al no conseguirlo abandonaron el buque y pasaron a otra draga que estaba junto a la suya para ponerse a salvo. La embarcación, con matrícula de Santander, 260 GT de arqueo bruto, 39 metros de eslora, 7,50 metros de manga y 3 metros de puntal, se hundió en apenas veinte minutos. Desde el primer momento la administración marítima informó de que no se apreciaban signos de contaminación y de que se mantenía una estrecha vigilancia sobre el pecio, además de haber sido su posición balizada. Además, se procedía a emitir de forma periódica aviso a los navegantes.
La administración marítima requirió a la compañía armadora presentar un plan de actuación para la retirada de combustible y remoción del pecio, así como todas las medidas preventivas para evitar cualquier derrame al medio marino, todo ello en coordinación con el resto de organismos con competencia en temas ambientales y de protección civil. En una primera instancia hubo que realizar unos importantes trabajos para retirar todo el combustible y todos los fluidos contaminantes existentes en la embarcación. Concluida esta labor, el armador de Barlovento I se puso en contacto con su seguro para que fuera él quien se encargara de los trabajos de recuperación del barco, que según Díez, sufría una pérdida total constructiva, «lo que se conoce en el caso de los automóviles como 'siniestro total'». Un mes y medio después de que la draga se hundiera, comenzaron los trabajos para intentar reflotarla. La idea inicial era ponerlo a salvo en un calado de seguridad para poder remolcarla hasta la ría de Requejada en pleamar.
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