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«A mi edad ya no impone el tener que grabar el campano que se regaló a los Reyes»
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La Federación de Asociaciones de Razas Cárnicas de Cantabria obsequió a Felipe VI y Letizia en su última visita a Cantabria con un gran campano ... grabado y adornado con la bandera de España. Un regalo que llamó mucho la atención por su originalidad y belleza, además de su buena sonoridad. De hecho, la propia reina reconoció que «suena bien». El campano se forjó en Bárcena de Pie de Concha y se grabó en Cieza por unas manos, las de Rafael Polanco González, que han labrado miles de piezas artesanales de todo tipo, un 'experto' encantado con su papel en ese regalo.
-Rafael, ¿cómo acabó el campano de los Reyes en sus manos?
-Pues mire, muy fácil, me lo trajeron para grabar desde Bárcena de Pie de Concha, donde lo había forjado un buen campanero de allí. Me lo trajo el sábado antes de la visita y me dijo que corría algo de prisa, que a ver si podía hacerlo para el lunes. Y como a mí me gusta hacer las cosas cuanto antes, el domingo a mediodía me puse con ello. Cierto que me gusta dar mi toque y así lo hice. El mismo domingo estaba terminado y se lo llevó una nieta para que remataran los detalles que faltaban.
-¿Cuál era el encargo?
-Grabar el campano, y lo hice por los dos frentes, que me pareció mejor. En uno 'SS MM los Reyes de España' y por el otro 'Don Felipe VI y Doña Letizia'.
-Un mandato especial por el destino,. ¿Le resultó complicado?
-No. Hombre, lleva su tiempo, que ya no tengo las manos de hace años, y fui con cuidado. El resultado yo creo que fue bueno y sobre el destino, al final a mi edad ya eso no impone.
-¿Qué pensó cuando lo vio en el periódico?
-Pues no le di mayor importancia, porque he hecho muchos y para muchas personalidades.
-Así que ¿no le tembló la mano?
-No, de verdad que no. Ya se sabe que cuánto más se esmera uno sale peor la cosa, así que era mejor tomárselo como un trabajo cualquiera. Si hubiera sido el primero o no tendría yo la confianza que tengo en mis manos pues igual, pero no, no me puso nervioso para nada.
-¿Cuántos campanos habrá grabado en su taller?
-Imposible llevar la cuenta. Pero, eso sí, la mayoría desinteresadamente, como ha sido este caso. El dinero no hace la felicidad y además, hacerlo me distrae mucho porque por desgracia llevo viudo ya cuatro años.
-Dice que ha hecho campanos para gente conocida.
-Bueno, sí, pero da igual las personas a las que han ido. He hecho para mucha gente incluso de fuera de la región y para muchas ferias, muchos acontecimientos en Cantabria, en Asturias, en fin.
-El campano en cuestión vino de Bárcena de Pie de Concha.
-Si, en Cantabria hay buenos campaneros que todavía los hacen y los hacen bien, como López, de Bárcena de Pie de Concha.
-¿De dónde le viene la afición por grabar campanos?
-De muy pronto. Desde los 17 años ya grababa campanos. Había un señor entonces en Santander que grababa y muy bien, por cierto. Fui dos veces, le comprabas un campano y él te lo grababa allí mismo, pero su letra no era bonita, no me gustaba. Pero en lo que si que me fijé fue en la técnica y el buril, porque no hay otra herramienta para hacerlo, ni antes, ni ahora. Me gustó el tema y lo primero que hice fue grabar una R y una P, mis iniciales, que salieron regular, pero fui mejorando.
-Tiene buena letra, ¿a qué escuela fue?
-A la del pueblo. Entonces entrabas con seis años, no como ahora. Recuerdo que el maestro, Don Isidro, tenía en el aula 44 chavales de seis a 14 años, y todos aprendimos algo con él. Ganaba una miseria el pobre, y cuando podía daba alguna clase particular para intentar completar el salario. En aquel tiempo era cierto lo de que 'pasas más hambre que un maestro de escuela'.
-¿A qué se ha dedicado en su vida laboral?
-He hecho de todo pero bueno, con 28 años entré en Quijano, después Authi y después Bendix, Fundimotor, hasta que me jubilé. Éramos casi todos obreros mixtos, ya sabe. Yo tenía cuatro vacas tudancas que me daban más trabajo que otra cosa.
-¿Ya no tiene?
-Vendí las tudancas hace unos 11 años y me quedé con dos vacas mixtas que me gustaban.
-Y ahora ¿qué hace además de grabar campanos?
-Siempre he hecho algo de artesanía, mangos, albarcas (que los que las gastan ya no saben ni andar en ellas), cachabas. Pero ahora poco y cada vez menos, aunque con esto del confinamiento hice lo que pude, porque yo no nací para estar parado.
-¿Dónde nació?
-Nací en Cieza, en Santa María de Villasuso, en el 36, en plena Guerra Civil. Viví con mis abuelos, muy cerca de la casa de mis padres porque mi padre estaba preso en la iglesia de San Tirso y mi madre apenas tenía dos vacucas. Este mes de agosto voy a cumplir 84 años.
-¿Se casó también en Cieza?
-No. Mi mujer era de Silió. Antes estuve cuatro años subiendo todos los domingos y algún día de labor en bicicleta. Entonces trabajaba en la traída de aguas de Torrelavega y para casarme tenía 200 pesetas en el bolsillo. Fue todo muy duro. Pero lo peor es ahora, porque la peor enfermedad del hombre es la soledad. Aunque mi hija ha venido a vivir conmigo.
-Buen valle para vivir Cieza
-Aquí todo es tranquilidad. Yo conocí el pueblo de Villasuso con más de 200 habitantes y ahora resulta que sobran la mitad de las casas, la mayoría se están cayendo. Y es una pena porque es un pueblo en el que hay de todo. No saben los jóvenes lo bueno que es vivir aquí y tener todo esto.
-¿Qué está haciendo ahora?
-Ahora no tengo nada que hacer y paso las horas sentado en el portal con un amigo de mi edad. Compartimos tiempo y hablamos de nuestras cosas, pasando los días. Ahora con esto de la pandemia ya sabe.
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