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La presencia de perros en las playas de Miengo está dando lugar a conflictos entre los usuarios, que el nuevo equipo de Gobierno (PP) ... se plantea erradicar con la prohibición expresa de que los animales pisen los arenales durante el día a excepción del de La Pozona, en las Canteras de Cuchía, habilitada expresamente para ello.
Así lo ha expresado el nuevo regidor municipal, Marino García, quien reconoce que algunas de las personas que acuden a las playas no cumplen las normas recogidas en la ordenanza de animales, que si bien permiten que los canes pisen la arena, deben hacerlo con bozal y atados en todo momento. En horario de 09.00 a 21.00 horas es necesario cumplir con estas normas.
La regulación fue aprobada en la pasada legislatura, a propuesta de Verdes Equo, que formaba parte del equipo de gobierno, pero la propia concejala responsable entonces del área, Sara Gómez, reconoce que «la gente pasa de todo y, por tanto, no se cumple». Así, lamenta que su grupo redactó la ordenanza «con la esperanza de que se cumpliera porque se están dando unas horas donde los perros pueden ir sueltos y una playa donde pueden hacerlo en cualquier momento». Sin embargo, la edil, ahora en la oposición, reconoce que «no ha funcionado», y apunta también que «los perros van sueltos a cualquier hora».
Como principal dificultad para que se respeten las normas impuestas por el Ayuntamiento, Gómez señala que «no hay policía ni nadie que lo pueda controlar». Y, por tanto, no cree que se vaya a solucionar la situación por tumbar la ordenanza en cuestión. «Si el nuevo alcalde quiere impedir que vayan los perros a las playas, fenomenal, pero va a tener muy difícil el control», opina.
En esta línea, pone como ejemplo arenales como el de Los Caballos o Robayera, «donde necesitas invertir veinte minutos para llegar, andando». Y por lo tanto se pregunta «quién va a ir a controlar si los perros están sueltos o atados».
Mientras tanto, en La Pozona es compatible disfrutar con los perros sueltos y sin bozal y al mismo tiempo estar cumpliendo las normas. Así lo hace Laura Arce, que ha venido al municipio a visitar a su hermano, y celebra poder contar con esta oportunidad. «Tenemos muy pocas playas para ir con los perros y, lógicamente, no quiero que quiten ninguna», opina sobre la posibilidad de que haya algún cambio en la ordenanza.
Aunque puestos a pedir, cree que en este punto «debería haber algo más de mantenimiento, para que estuviera más limpio». No obstante, está satisfecha. «Estamos tranquilos y estamos bien», afirma mientras lanza un palo al mar, bajo la atenta mirada de su mascota.
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Ana del Castillo
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