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A Rocío Peña aún no se le ha pasado el mal trago que vivió el viernes, cuando un lobo atacó a sus ovejas y la ... retó por tres veces, cara a cara, antes de que la ganadera abandonar la finca de Vargas (Puente Viesgo) en la que tenía 10 caballos y 23 ovejas. Una oveja para parir, con dos crías, muerta y otra herida fueron las afectadas por el ataque de un lobo, sostiene, sin experiencia a la hora de matar, algo que la lleva a pensar que no se ha criado en libertad, que «acaban de soltarlo».
No hace más que darle vueltas a lo que pasó, «me tiembla todo cuando lo recuerdo», dice, sabiendo que se la jugó frente a un lobo sin nada con lo que defenderse, «porque con las prisas y la idea de que si era un lobo se iría si me oía gritar no cogí nada». Pero el lobo se quedó mirándola y de la cuadra, donde lo encontró, salió tranquilamente, gruñendo, pasando a apenas un metro de la joven ganadera, enfadada también porque le da «coraje» no haber podido hacer más para defender a unos animales «que lo son todo para mí».
Ella misma cuenta que el viernes estaba a mediodía en casa cuando recibió una llamada de la junta vecinal de Vargas advirtiéndola de que había lobos en su finca, junto a la carretera que llega a Puente Viesgo. Sus recientes vecinos, ingleses, habían avisado al Ayuntamiento de la presencia de un lobo que había atravesado su jardín, lindante al terreno de Rocío.
Salió corriendo y aparcó el coche en el restaurante El Retiro, frente a la pista que llega a su finca. Iba subiendo con temor por ese camino pensando que era imposible que tan cerca de la carretera hubiera un lobo y así se lo contaba por teléfono a su madre.
Pero cambió de idea cuando vio la primera oveja, de pie pero con sangre y lana en el suelo.
Al otro lado de la valla, el inglés gritaba en mal español «cuidado, lobo grande». Rocío le preguntó que dónde, pero el vecino no logró entenderla. Ella comenzó a gritar para espantar al posible depredador y así llegó a ver al resto del rebaño, cuerpo con cuerpo. A pesar de su juventud lleva toda la vida entre animales y su ojo experto notó enseguida que faltaba una oveja, la que estaba a punto de parir, la 'conflictiva', como ella la llamaba.
Recorrió toda la finca y no la encontró, así que se encaminó de vuelta hacia la cuadra. La puerta estaba abierta y la vio al fondo, tumbada en una esquina, ensangrentada. Se acercó y cuando dio el primer paso para entrar una silueta se movió y dos ojos amarillos la pusieron en su punto de mira. Empezó a gritar «de impotencia» pero el lobo ni se inmutó, la miró y avanzó gruñendo hasta la puerta. «En ese momento se me pasó de todo por la cabeza, ¿qué iba a hacer si venía a por mí?». Dio un paso atrás y el lobo salió de la cuadra, a apenas un metro de ella. Al poco paró y se volvió, de nuevo mirándola y marchándose despacio.
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«Lloraba de impotencia, de indefensión por todo lo que nos está pasando a los ganaderos». Su instinto la llevó a preocuparse por la oveja atacada, sin posibilidad de salvarla. Salió de nuevo a comprobar cómo estaba el resto y en un alto vio que el lobo había vuelto y de nuevo se quedaba mirándola. «Así estuvo dos minutos».
No deja de darle vueltas a un lobo «muy flaco» que apenas comió y se fue con mucha tranquilidad. «He visto muchos ataques de lobos, mortales, pero este lobo, tal y como lo he visto, no sabe matar, a mí me parece que lo han soltado recientemente porque su mordida no fue mortal, un lobo no entra en una cuadra, si ve a una persona no se enfrenta, la finca está muy cerca de la carretera, no le molestan los gritos, es todo muy extraño».
En ello estaba cuando llegó el guarda de montes, al que contó lo sucedido. Desde ese momento a las ovejas las tiene guardadas excepto cuando puede ir para tenerlas en la finca un rato, siempre a resguardo, porque está convencida de que el lobo volverá.
Su «frustración», su «dolor» lo ha trasladado a las redes, donde ha recibido el apoyo de más de un millar de personas. Con poco más de 20 años y una vida dedicada a la ganadería, un «amor» heredado de sus padres, ya no sabe a qué atenerse. «No sé hasta qué punto vamos a llegar, porque el número de lobos cada vez es mayor, y esto no ha hecho más que comenzar, esto es solo la antesala de lo que va a venir y en mitad de Puente Viesgo. Qué vamos a esperar, ¿a que maten más animales?, ¿que nos maten a nosotros?», lamenta.
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Ana del Castillo
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