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El Gobierno de Cantabria ha confirmado que el criterio técnico que consta en los informes sobre la búsqueda y desaparición de Daniel Noriega es que el cuerpo «ya no está» en el río Besaya. Aún así, fuentes del Ejecutivo aseguran que durante los entrenamientos de ... montaña en la zona se hacen «pasadas específicas».
El joven de 28 años desapareció el pasado noviembre en Cieza, en un lugar en el que se suelen registrar suicidios. Su padre, Emilio Noriega, es consciente de ello, e incluso de que puede que el cuerpo de su hijo ya no esté en el río y haya llegado al mar, pero eso no quiere decir que vaya a dejar de buscarlo. Precisamente el pasado fin de semana volvió a solicitar colaboración ciudadana para caminar de nuevo por los márgenes del río en busca de alguna pista que le lleve hasta Daniel.
El de Noriega ha sido el último operativo de búsqueda realizado en Cantabria y según los técnicos del Gobierno, «se ha aplicado el correspondiente dispositivo, empleándose todos los medios adscritos al Protocolo que resultaban idóneos y adecuados para cada momento».
Participaron más de 150 personas, 18 vehículos todoterreno, 24 embarcaciones, 2 perros y tres helicópteros distintos.
Francisco Javier Odriozola Sánchez, técnico de la Dirección General de Interior, explica que los profesionales deben «velar para que los medios estén operativos para cualquier emergencia en la que estén en juego las vidas de las personas, por eso las actuaciones tienen un principio y un final, pues las emergencias, después de una búsqueda, desgraciadamente siguen sucediendo».
Y una vez que los profesionales concluyen un dispositivo de búsqueda con resultado negativo es la autoridad judicial correspondiente la que se ocupa del caso. «Después de la búsqueda en el terreno, los servicios de emergencias debemos ser respetuosos con las actuaciones que se sigan en las instancias judiciales, y si en algún momento la autoridad judicial o las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad nos solicitan nuevamente la implantación de un operativo de búsqueda por la aparición de hechos o indicios, nos ponemos inmediatamente con ello», explica Odriozola.
Alejandro y Fernando
En julio del pasado año, la búsqueda de Fernando Solano, el pescador desaparecido tras el hundimiento del Maremi, implicó a cuatro administraciones distintas –con 120 efectivos– que buscaron por mar y aire al marinero. Incluso el robot submarino denominado ROV Comanche, que llegó desde Ferrol, se sumergió a 180 metros de profundidad para tratar de localizar, sin éxito, al pescador.
El Jefe de Servicio de Protección Civil del Gobierno de Cantabria, Elias Bayarri, explica cómo se trabaja contrarreloj desde los distintos Puestos de Mando Avanzado en casos como el de Solano: «Se coordinan las actuaciones de todos los intervinientes, se definen los diferentes sectores territoriales de la búsqueda, se fija el sistema de búsqueda y el área a rastrear, se asigna a cada uno de los intervinientes los objetivos concretos de la misión que se les encomienda y se determinan qué mecanismos van a emplearse para garantizar la comunicación entre los responsables».
En el monte es muy diferente. Dado que es casi imposible transitar a través del medio rural sin dejar rastros o evidencias, el sujeto perdido es un generador de indicios. La detección de pistas reduce considerablemente la dificultad de búsqueda, permitiendo a los rescatadores concentrarse en áreas concretas en las que hay mayor probabilidad de localización. Eso explica por qué los equipos no sólo buscan al individuo, sino, también y en especial, indicios.
Las estadísticas demuestran que al menos el 50% de las personas desaparecidas son encontradas tras la adopción de este tipo de técnicas de rastreo. En la otra mitad, se encuentra Alejandro Mencía.
En mayo de 2020 la desaparición de este joven de 30 años en Campoo de Suso y la probabilidad de poder encontrarle con vida implicó un dispositivo que durante diez días coordinó a 471 efectivos. Fue uno de los operativos en los que los técnicos de Interior recuerdan la mayor afluencia de voluntarios esporádicos, amigos y personas sensibilizadas con el caso por la «inexplicable desaparición».
Más de 1.000 personas estuvieron coordinadas desde el Puesto de Mando Avanzado. Su caso sigue sin resolverse.
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