Los jóvenes estudiantes de San Felices descubren su vocación de panaderos

Cada jueves, los alumnos se acercaban a la panadería a aprender los entresijos del oficio y así ha sido hasta el pasado 30 de marzo. Tanto es así, que muchos han mostrado ya su interés por preservar ese oficio. Una pronta vocación en la que se interpone, principalmente, la intrínseca necesidad de madrugar para desempeñar el puesto, algo que no termina de convencerles a todos.

José Carlos Pérez explicó esta semana pasada que «fundamentalmente lo que les hemos enseñado en esas jornadas son conceptos básicos sobre la elaboración del pan, qué procesos seguimos nosotros aquí, desde el amasado o la fermentación al horneado», para que después ellos mismos elaboren su pan, que una vez sacado del horno, se llevan a sus casas. «Niños de tres a doce años que nos han planteado muchas preguntas y se han divertido de lo lindo elaborando su propio pan», aseguró.

Se han divertido tanto que han trasmitido esa satisfacción a sus familias. Cada jueves llegaban a sus casas y contaban la experiencia. Y lo hicieron con acierto, porque las jornadas han derivado en la invitación a los mayores a que acudan también al obrador, personas adultas, incluso familias, que han aprovechado las tardes de los martes para adentrarse en la historia, cultura, elaboración y consumo del pan.

Pero en el Obrador de María no quieren parar ahí y siguen proponiendo retos. El último hasta ahora es el de no tirar alimentos con su propuesta Zero Pan Desperdiciado, promoviendo el uso responsable en el consumo de alimentos. «Cada jornada sobran piezas, hogazas que al día siguiente se venden a un precio muy reducido para poder reaprovecharlas, como rebanadas para tostar, por ejemplo».

El obrador de San Felices es una panadería abierta hace apenas un año que ya se ha alzado con el segundo premio de la fase regional del concurso La Ruta Española del Buen Pan, refrendado por los jóvenes sanfeliceños interesados en meter la mano en harina y amasar un futuro prometedor.

La historia es cuando menos sorprendente. Comenzaron el proyecto hace un año y medio, alquilando el local y afrontando ellos mismos la mayoría de la reforma, porque no estaba la cosa para gastar demasiado. «Dejamos nuestros respectivos trabajos, sin ninguna vinculación con el mundo del pan, y nos pusimos a hacer algo que realmente nos gusta», decía José Carlos.

Sin ninguna experiencia previa en el sector, y tras un largo año sin ningún ingreso, abrieron las puertas de El Obrador de María el 20 de junio, y en tan solo cuatro meses se llevaron la primera alegría. No tenían ni idea de la existencia del concurso. «Alguien viene, compra el pan sin decir nada y si les gusta te invitan a participar». Fueron 25 los elegidos en toda Cantabria, todas ellas panaderías de prestigio.

El primer premio fue para La Gallofa y el segundo compartido entre Panadería Oslé, de Gajano, y El Obrador de María, en pleno centro del pueblo de Rivero.