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En el municipio de Arenas de Iguña suman y siguen tras un nuevo ataque a ovejas en pleno casco urbano, junto a la iglesia. Los lobos mataron a tres ovejas y un carnero de José Luis Fernández, uno de los muchos ganaderos del valle que ... ha sufrido el ataque de los cánidos recientemente.
Alfonso Ibáñez, de Raicedo, ha compartido con varios ganaderos sus impresiones sobre el tema, para recordar que el primer ataque en esta última semana fue a una cordera en el pueblo de Los Llares, propiedad de José Antonio Fernández Lantarón, a escasos metros del pueblo. El segundo en el pueblo de Pedredo, junto a las casas situadas bajo el viaducto. En este caso fueron dos, una oveja y un macho, propiedad de Francisco Fernández Ruiz. El tercer ataque fue en Las Fraguas, en el sitio conocido como La Molina, una cabra adulta propiedad de Manuel Fernández Pedrosa. Y el cuarto se produjo el sábado en Arenas de Iguña, junto al campo de fútbol y la iglesia, cuatro animales, tres ovejas a punto de parir y el macho del mismo rebaño, propiedad de José Luis Fernández. Tiene una explotación de vacas pardas de montaña y utiliza su rebaño para limpieza de fincas una vez que saca las vacas de esos terrenos.
Y si los ataques son preocupantes, más lo es, para ellos, el hecho de que prácticamente todos esos ganaderos ya han sufrido los embates mortales de los lobos anteriormente. Y se temen que volverá a ocurrir.
Todos comparten la misma preocupación, sabedores de que «el lobo ya no tiene ni depredador ni límites». Y a todos también les van faltando las ganas para continuar con sus explotaciones, mientras crece el desasosiego que supone no saber cuándo ni dónde va a llegar el siguiente ataque de lobos a sus ovejas, potros o terneros.
Todos han mostrado este fin de semana su malestar por lo sucedido, «y sienten la impotencia de que, a quien compete, en su caso, poner alguna solución para minimizar estos daños producto de la fauna salvaje, no parece que se ponga a trabajar en ello, estableciendo un control poblacional de la especie por parte de los agentes del Medio Natural, porque este animal no tiene depredador natural y es el hombre quien puede controlar la población de la especie, de manera que exista un equilibrio».
Hay más. Antes, decía uno de los ganaderos afectados, «podías pensar que no ocurriría en pleno pueblo, pero ahora ya sabemos que ahí tampoco tienen límites los lobos». El último ataque certifica esa idea, «lobos que cada vez se adentran más en los pueblos porque ya no tienen miedo a nada», como ha dicho en más de una ocasión el alcalde de Arenas de Iguña, Pablo Gómez, preocupado por las ganaderías del valle, por las expectativas de explotaciones que van a menos ya de por sí, e, incluso, por el daño que hace al municipio en sí y su proyección patrimonial o turística, la presencia, cada vez más llamativa, del lobo en montes que todavía recorren cientos de senderistas cada fin de semana.
Y es que las consecuencias son muchas y van más allá de la ganadería. Josefina Quevedo, desde Molledo, recordaba que hace no mucho el lobo mato una oveja a la puerta de su casa y dejó muy mal herida a otra de madrugada, con lo que antes de abrir la puerta se lo piensa dos veces. Y en Bárcena, Abel Rasillo, reconocía que ha cambiado la hora de sus paseos, que antes hacía al poco de amanecer y ahora retrasa todo lo que puede.
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