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Prietas las filas, paso ligero en las legiones romanas al ritmo del retumbar de las sandalias en el suelo y de los tambores. A la ... carrera, aullando al cielo y a cuantos se les interponían, blandiendo espadas y hachas, a pie y a caballo, los cántabros. Unos y otros unidos para vencer y convencer a un público que llenó las calles de Los Corrales de Buelna en el colofón de las Guerras Cántabras, el Desfile General de Tribus y Legiones, miles de visitantes rendidos ante la espectacularidad de la única Fiesta de Interés Turístico Internacional de la región.
Nadie quedó indiferente ante los indómitos cántabros liderados por Corocotta, curtidos romanos al mando de César Augusto, tribus desafiantes, legiones intimidatorias, druidas, diosas, legados y caudillos, hombres y mujeres ataviadas con sus mejores galas, niños y niñas con ganas de imitar a sus mayores, bandas de música, unas al ritmo de las gaitas y otras marcando el paso imperial. Más de 1.500 personas formando una comitiva fabulosa que hizo retroceder a los asistentes hasta el siglo I antes de Cristo, en el capítulo final de la vigésimosegunda edición de una celebración que vivió este domingo su especial marcha de la victoria en un año en el que se ha crecido en todos los ámbitos. Ha habido más actos, más personajes, más visitantes y el incremento más que notable de una juventud participativa e implicada que garantiza el futuro de la fiesta. Eso, además de vencer, una vez más, a las inclemencias meteorológicas.
El colofón de la fiesta comenzó a mediodía con un incesante peregrinaje de miles de curiosos llegando a Los Corrales. Para ellos se habían preparado plazas de aparcamiento gratuitas así como miles de raciones de comida y bebida de la Gustatio de Pócimas y Brebajes sin alcohol. Un ágape aderezado por las exhibiciones de grupos de recreación llegados este fin de semana desde distintos lugares de la geografía nacional. Entre ellas repitió visita la Legión VI Victrix, de Calahorra, con una espectacular parada militar en un campamento tomado por los curiosos, que aprovecharon para echar un vistazo al interior de las tiendas romanas y las cabañas cántabras, en el Templo de Jano, las catapultas y escorpiones, los hornos de pan, las fuentes tamáricas, todo ello como parte de un parque temático que sigue llamando la atención de mayores y pequeños.
Cántabros y romanos sellan la pazVer 15 fotos
Antes de las seis de la tarde, los visitantes se trasladaron al centro, desenfundando un sinfín de móviles que reflejaban el interés por no perderse detalle del despliegue de cada una de las trece tribus y doce legiones recorriendo la Avenida Cantabria, de norte a sur, para terminar en ese campamento de recreación histórica. Tras las enseñas de la Asociación Guerras Cántabras llegaron las legiones romanas, con formaciones en flecha; la tortuga; los pretorianos flanqueando al gran César Augusto, que abría una comitiva marcada por el sonido de las sandalias chocando con el suelo al unísono de los tambores. Muy aplaudida fue la espectacularidad de las cotas romanas, el escudo, el gladio, los cascos. Pero lo cierto es que los aplausos arreciaron minutos después, cuando les tocó el turno a los cántabros, a su ardor guerrero. Corocotta y sus caudillos abrían la marcha a caballo, con una invitada especial, la medallista Laura Nicholls, receptora en la jornada inaugural de la fiesta de la 'Tessera' de la asociación organizadora, símbolo de la amistad entre pueblos. Una de las personas rendidas a la recreación corraliega, como la deportista reconoce.
Unos y otros saludaron a las autoridades que ocupaban la grada levantada frente al teatro municipal, en la que se encontraba la presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, rodeada de diputados regionales de todos los partidos, consejeros, alcaldes y concejales y escoltada por el regidor anfitrión, Julio Arranz.
Antes de las ocho de la noche, festeros y visitantes llegaron al campamento siguiendo la estela de los últimos cántabros. Allí esperaba el desenlace, el cierre de las puertas del Templo de Jano, símbolo de un periodo de paz. La fiesta entró en su punto final con la versión infantil del César y Corocotta, las diosas Minerva y Cantabria, la sacerdotisa Drusila y la pitonisa Silenia clausurando el campamento. Y las diosas apagaron el fuego sagrado que ha permanecido encendido desde el inicio de la celebración.
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A ello hizo mención el presidente de la Asociación Guerras Cántabras, Óscar del Val, en la despedida, escoltado por los representantes de cada una de las tribus y legiones, además de su junta directiva y los asesores de la fiesta. Agradeció el esfuerzo de todos en una edición que ha contado con importantes novedades, todas, dijo, más que bien acogidas. No dejó tiempo para el descanso, anunciando que este lunes empezará la organización de la próxima edición. Efectivamente, no hay descanso, porque esta semana toca el trago más amargo, el desmantelamiento del campamento, levantando cabañas, bajando tiendas, desmontando el Templo de Jano, devolviendo a sus almacenes las toneladas de elementos que durante diez días han permitido hacer vida común a los 1.500 socios de una fiesta que mira ya a agosto de 2025. Un año en el que, sin el parón de la pandemia, la fiesta cumpliría sus bodas de plata.
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Ana del Castillo
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