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La parroquia de Los Corrales de Buelna ya se ha puesto manos a la obra para reconstruir el centenario reloj de la iglesia San Vicente Mártir, tras su caída desde lo alto de la torre del templo debido al temporal de viento de finales de ... noviembre. Las fuertes rachas arrancaron de la pared la piedra que hacía de esfera de uno de ellos, cayendo al suelo estrepitosamente. El párroco, Francisco Lledías, ha adelantado que «ya hemos encargado la reconstrucción del reloj a una empresa del polígono de Barros y ya están en ello, así que esperamos que no tarde mucho en reponerse en ese gran hueco que ahora afea el edificio».
El reloj, como el conjunto histórico artístico de la iglesia y el antiguo asilo San José, cumplirá el año que viene 100 años de historia y el sacerdote no quiere que la conmemoración se inicie sin uno de los dos relojes en piedra que hacen esquina en la torre principal de la iglesia parroquial.
La intención es reconstruir la esfera y las agujas de la pieza afectada por el temporal, la que mira al sur, porque el mecanismo interior que comparten los dos relojes funciona bien, como demuestra el hecho de que el que da al este «está en hora». Están hechos sobre piedra de arenisca «y, al caer, es como si hubiera explotado en el suelo, tanto que a día de hoy aún recojo algún trozo». El párroco tiene las piezas de mayor tamaño para reconstruir los números, distancias y agujas como las originales.
Tras hablar con el Obispado, luego con los seguros y detallar lo sucedido, Francisco Lledías se ha puesto en contacto con un escultor en piedra del polígono de Barros y la reconstrucción ya está en marcha.
Sobre lo sucedido, explica que «con la fuerza del viento de ese día pudo provocarse un remolino en el cubículo interior que alberga ese mecanismo y reventó la sujeción». Cien años de inclemencias meteorológicas o la vibración de las decenas de trenes que pasan a diario junto a ese conjunto monumental han podido tener la culpa. De todas formas, dijo, se revisan cada año, «y estaban bien, pero lo que sucedió ese día fue excepcional». «Lo importante es que cuando cayó no había nadie alrededor y no pasó nada», declara. Tan excepcional que el viento también arrancó de raíz un majestuoso pino del terreno que rodea el templo. «No tenía un valor especial pero sí el sentimental».
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