Piden permiso para crear en el acantilado de Tagle un centro de interpretación del burro

Todo lo anterior hay que ponerlo en condicional, porque aún no es seguro que el proyecto salga adelante. De hecho, desde la Junta Vecinal de Tagle están dispuestos a hacer todo lo posible para evitarlo. «Nos oponemos totalmente. Los vecinos y todo el mundo que conoce este litoral no da crédito. El impacto paisajístico que provocaría sería demoledor. No digo que la idea no sea buena, pero indudablemente este no es el lugar», explica Rebeca Pernía, alcaldesa pedánea, que afirma tener el apoyo de la mayoría de sus vecinos para que el centro no se instale en Punta Ballota, un paraje que, al contrario que otras muchas zonas de la costa cántabra, hasta ahora se ha librado del avance del ladrillo y que se mantiene libre de edificaciones. Pernía subraya que, incluso los vecinos que tienen allí fincas y en algún momento han tenido intención de hacerse una casa, entienden que ese es un lugar a preservar.

También las normas urbanísticas lo entienden así. Por lo menos en teoría. La finca de 6.279 metros cuadrados que el promotor ya ha adquirido tiene la catalogación de suelo rústico de especial protección de acuerdo a la Ley del Suelo, se encuentra dentro de los espacios a proteger por el Plan de Ordenación del Literal (POL) y se define como agropecuaria de acuerdo al Plan General de Ordenación de Urbana (PGOU) de Suances. Y aunque sobre el papel pudiera parecer que esto no permitiría tocar el terreno, sí es posible levantar sobre él instalaciones relacionadas con el ámbito de la ganadería, la naturaleza o la cultura. Incluso construir también dentro del edificio singular proyectado –de una única planta de geometría circular con una cúpula geodésica desde la que se puede ver tanto el mar como los burros– una pequeña vivienda «que permita la estancia del personal destinado al cuidado y mantenimiento de los animales y de la instalación».

Muntjack S. L. está a la espera de que el asunto se trate en la Comisión Regional de Ordenación del Territorio (Crotu), pero antes es necesario que el arquitecto del Ayuntamiento de Suances emita un informe. Su alcalde, Andrés Ruiz Moya, explica que no es vinculante y que su contenido depende exclusivamente del trabajador público, pero él espera que sea negativo. Como la pedánea, también se opone al centro por motivos ambientales y paisajísticos. Y, en cualquier caso, desea que la Crotu, que tendrá la última palabra, no dé el permiso. En el lado contrario, Manuel Pérez está convencido que el encaje legal es pleno y defiende los beneficios para la zona: la inversión de 600.000 euros para realizar la obra, la creación de entre seis y ocho puestos de trabajo directos y la generación de actividad económica en el pueblo, además de que está previsto que en el Centro de Interpretación se realicen también terapias con estos animales para niños con patologías como síndrome de Down.

«Es que, además del impacto, el burro tampoco es que sea un animal que represente a esta zona. No es un animal típico en Tagle», añade la presidenta de la Junta Vecinal, que pone otra posibilidad sobre la mesa: «¿Qué pasa si se pone en marcha, los burros están un año y después los quitan para dejar solo la vivienda y la cafetería? Eso ya no tendría solución».

Además del edificio principal de 383 metros cuadrados y las cuadras de 90 metros cuadrados, dentro del proyecto también figura la construcción de una zona de aparcamiento destinada para albergar a 22 vehículos.