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La Mancomunidad Miengo-Polanco, una unión de más de dos décadas para el fomento del empleo a través de la formación, la gestión de la Agencia de Desarrollo Local y la atención social, está a punto de disolverse. El motivo, que los responsables de Polanco ... han echado números y no consideran que sea ya una fórmula que se pueda rentabilizar para sus vecinos en los términos que se fundó a finales de los noventa. Según adelantó su alcaldesa, Rosa Díaz, mantener el servicio «ya no tiene sentido» y es «tirar el dinero». Desde Miengo, sin embargo se pide tiempo para analizar los datos y no romper con todo «de golpe y de repente», aclaraba su alcalde José Manuel Cabrero.
La ruptura la ha propuesto Polanco, que ostenta la presidencia del órgano. Tras una primera reunión para analizar los datos, el municipio enviaba esta semana una convocatoria de pleno para el día 22 de julio con la propuesta de disolución. No obstante, según Miengo, en aquella reunión se habló de tomarse un tiempo para verlo con calma y no precipitarse porque, además, les tocaba encabezar la Mancomunidad este año.
Los números que ha echado Polanco es que este año cada ayuntamiento tendrá que aportar 75.000 euros para poder cumplir los programas de formación y talleres de empleo. También que ellos son los que aportan las instalaciones para los cursos que se imparten y «tenemos los edificios hipotecados», además de tener que repararlos con cargo a sus arcas. Pero también dice Díaz que el dinero no sería el problema si saliese a cuenta, pero aduce que los últimos programas de talleres que se han solicitado dentro de la oferta que hace la Consejería de Empleo «están muy encorsetados» y las titulaciones que se ponen a disposición para los alumnos-trabajadores «sólo benefician a dos o tres vecinos de Miengo y de Polanco», resume. Lo que quiere decir es que la oferta no se adapta al perfil del grado o cursos para el fomento del empleo que necesitan sus vecinos sin trabajo y que, por ley, las plazas que quedan vacantes el Emcan los tiene que rellenar con gente de otros municipios cercanos que sí cumplen los requisitos de la titulación, mientras Miengo y Polanco lo pagan de su bolsillo.
«Ya no tiene ningún sentido, cada vez hay que pagar más y son habas contadas», argumentaba la regidora de Polanco, que añadía que no hay otra mancomunidad en Cantabria que esté formada solidariamente por solo dos municipios. «Siempre son muchos más», atestiguaba. A todo esto añadía el dinero que se gasta en cambiar los sistemas informáticos, adaptar los edificios o pagar los pleitos pendientes por denuncias, algunas de alumnos trabajadores, o la devolución de subvenciones reclamadas. Además, insistía en que con el dinero que su municipio se va a ahorrar se puede prestar un servicio de empleo o social más adecuado. «Nosotros como equipo de gobierno tenemos que mirar por los vecinos de Polanco», sentenciaba.
Sin embargo Miengo no lo ve tan sencillo como proponer la disolución y ya está. En una reunión anterior ya había pedido «tiempo» para analizar las afirmaciones de Polanco. Uno de los problemas que plantea parece residir en que ahora le tocaba a ellos presidir la entidad y preferían esperar para estudiar lo que plantea Polanco y «que no se hiciese así, de golpe y de repente», afirmaba ayer José Manuel Cabrero, alcalde Miengo. El regidor hacía también sus números y sabe que Polanco, al dirigir el órgano en la actualidad, propone la disolución y gana la votación con el voto de calidad del presidente, Pedro Roca. «Somos cuatro y cuatro», explicaba. «Lo único que les hemos pedido es un poco más de tiempo, pero no que lo hagan de hoy para mañana», cuestionaba.
«No se trata de desconfianza sino de analizarlo y asimilarlo», insistía con respecto a la convocatoria que ha planteado Polanco del Pleno la próxima semana para disolver el órgano. Cabrero no quitaba ni ponía la razón a los de Polanco, pero si que cuestionaba la precipitación de su decisión unilateral de plantear la disolución de inmediato. Además, comparaba la unión que mantiene con el municipio vecino con «un matrimonio» mal avenido pero que se toma su espacio para discutir los detalles de esa separación. «Ellos son todos del mismo grupo político, pero nosotros somos cuatro de diferentes partidos y todos opinamos lo mismo, que hay que dar tiempo y que es más complicado de lo que parece», reflexionaba Cabrero.
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