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los corrales. A punto de cumplir un siglo de existencia, la estatua en piedra del empresario José María Quijano reclama ya la revisión de posibles descascarillados que han llamado la atención a algunas de las personas que lograron que se pudiera mostrar al público en ... el lugar en el que hoy se levanta, los jardines de La Rasilla, en Los Corrales de Buelna. Entre ellos, Juan Miguel Villamuera, exdirectivo de la Asociación Cultural Olna, colectivo que recuperó del olvido una obra de arte que se debe a uno de los mejores escultores palentinos, Victorio Macho.
La estatua sedente del hombre que fundó Trefilerías Quijano, generando un crecimiento exponencial del pueblo, necesita además, cuando menos, un lavado de cara que dé dignidad a un monumento que denota el paso del tiempo y la falta de mantenimiento.
Aunque no hay muchos datos concretos sobre la estatua, sí se sabe que fue realizada en piedra de Novelda y parece que se encargó a principios de siglo pasado por la esposa del empresario, Soledad de la Colina, a uno de los artistas más afamados del momento, al que también encomendó el Cristo Crucificado que se muestra en la iglesia parroquial.
OBRA DE ARTE
DETERIORO
La idea era colocar la escultura que muestra al empresario sentado frente a lo que entonces eran las oficinas principales de la empresa con motivo del 50 aniversario de su fundación, en 1923, pero, por distintas circunstancias, no pudo ser.
Así las cosas, se decidió colocarla en ese mismo lugar pero en 1925, coincidiendo con otra gran inauguración, la de la no menos monumental iglesia parroquial actual y el edificio que albergó el antiguo asilo San José, conjunto arquitectónico de estilo montañés que también tuvo como mecenas a Soledad de la Colina. Años más tarde, las oficinas, otro edificio digno de estudio, se abandonaron y la obra escultórica quedó guardando unas instalaciones sin oficio ni beneficio.
Así fue hasta que llegó otra conmemoración, la del 125 aniversario de la fundación de la empresa, en 1998. Aprovechando la ocasión, la Asociación Cultural Olna afrontó algo que llevaba tiempo proyectando. Tramitó los permisos necesarios para llevar el monumento a unos nuevos jardines frente a la portalada de la casa familiar de los Quijano, en el barrio de La Rasilla.
La escultura no presentaba su mejor aspecto por lo que, antes del traslado, una empresa especializada se encargó de su limpieza y rehabilitación. Bien poco sabían que iba a ser la primera de otras actuaciones obligadas por el maltrato de esa obra de arte.
La estatua presidió en 1998 algunos de los actos de ese aniversario, en especial el homenaje a una saga familiar imprescindible en la revolución industrial cántabra. Pero las celebraciones quedaron atrás y apenas tres meses después sufrió un ataque vandálico que fracturó la nariz de esa obra. La mañana del 29 de diciembre de 1998 la estatua amanecía mutilada, daños que especialmente afectaban a la cara del empresario. La Asociación Cultural Olna, que había sacado del olvido el monumento, reclamó una restauración que terminó sufragando la familia del homenajeado, algo que se acometió en 1999.
El 6 de enero de 2000 la estatua sufría un nuevo acto vandálico que afectaba otra vez al rostro, semejante al primero y también en las mismas fechas. Volvió a restaurarse ese mismo año y dos años más tarde, el 29 de enero de 2002, fue protagonista otra vez de un nuevo ataque, en esta ocasión por soportar un grafiti con la palabra 'Fascista', escrita en la base del monumento. Ese mismo día aparecían pintadas semejantes en lo que era sede de Falange, muy próxima al monumento.
A partir de ahí han transcurrido casi dos décadas de tranquilidad, no exentas del paso del tiempo y las consecuencias que tiene en las obras expuestas al aire libre, a día de hoy más que patentes en una obra escultórica que espera saber quién afrontará una nueva restauración.
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