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Leyendas de aquí ·
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Leyendas de aquí ·
Las antiguas Escuelas Pías, ahora Espacio de Arte Contemporáneo, albergan un espíritu. Bastante veterano, por ciertoVillapresente vive dentro del laberinto. Cuando la noche invade los intrincados pasillos que encierran sus intrincados muros de arbustos procelosos una esquiva presencia se desliza ... por la vieja casona que sirve como Casa de Cultura del pueblo. Un fantasma que ronda por el Espacio de Arte Contemporáneo de Reocín, que así se ha rebautizado a un edificio que antes fue escuela, hospicio, cine ocasional, cuadra, vivienda e incluso carpintería. Tiene más historias que sillares. La última, la de un espíritu que habita sus muros.
El edificio que alberga la Casa de Cultura de Villapresente comenzó a construirse hacia los años treinta del siglo XVIII y las obras se prolongaron durante décadas. Nació como escuela pía, después conocido como obra pía, a medio camino entre el orfanato y el colegio, hasta que quedó en desuso, mucho antes de que la Escuela Taller de Reocín, municipio al que pertenece la pedanía, lo reacondicionara a principios del siglo XXI en una intervención que concluyó en 2007. Fueron precisamente los responsables de esa escuela taller los que descubrieron que en ese edificio presuntamente abandonado había una carpintería improvisada.
Ya restaurado, el edificio, comenzó a funcionar como espacio expositivo, cultural y sede de la Junta Vecinal. Guarda muchas similitudes, en especial el patio, con el Hospital de San Rafael, actual sede del Parlamento de Cantabria, y quizá por eso haya cierta confusión con un viejo uso como hospital que en realidad nunca tuvo.
Al abrigo de sus sillares; de sus paredes encaladas y diáfanas preparadas para las muestras temporales que se suceden en Reocín, suceden cosas extrañas. Lo dijo gente que pasó o trabajó allí, y no porque tuviera especial interés en llamar la atención.
Todo comenzó con lo que parecía una gamberrada. Una muestra fotográfica en la que sin que nadie se lo explicara una obra cambió de lugar. Pero eso no es todo. Con las Escuelas Pías de Villapresente sucede algo similar que con el Edificio Macho de Santander y el de Posada Herrera en Torrelavega: ocurren cosas raras. No porque se corte la electricidad, sino porque alguien parece habitarlo. Grifos que se abren y se cierran, voces sin identificar, sonidos de pasos por el patio, alarma que suena a medianoche e incluso problemas de funcionamiento del reloj; un preciso mecanismo inglés que estuvo mucho tiempo en desuso, amenazando ruina, pero concienzudamente restaurado. Incluso una mancha de sangre indeleble que tan pronto como apareció, y pese a su pertinaz resistencia a la lejía, desapareció tan súbitamente como surgió. El relato tiene diversas fuentes y cierta raigambre en el pueblo. Se dice que hay incluso quien vio al espectro; que llegó a fotografiarlo vestido con una casaca del siglo XVIII.
El episodio enlaza con otro de la Guerra de la Independencia, que vivió una escaramuza en Villapresente. El espíritu sería así el de un soldado o médico militar francés anclado en bucle en las escuelas, como Sarah Williams en el laberinto de Jareth, el rey de los goblins, y quien buceó en la historia descubrió sobrecogido que aquel relato del espectro tenía más recorrido; que aquello de la exposición no había sido su primera aparición.Que allí había alguien o algo. Un punto de partida al misterio o una invitación a la sugestión que entró en una pendiente resbaladiza.
La leyenda habla incluso del pozo que había en el patio, que pudo ser tumba de los contendientes y que cegado en tiempos no demasiado lejanos, marca –marcaría– el inicio de las apariciones. De lo de los cortes de luz, que han vivido también algunas visitas, se puede pedir explicaciones a la compañía eléctrica. Lo de la sangre y las apariciones resulta más complejo para cualquier servicio de atención al cliente. Y lo de la presencia queda a la interpretación de cada cual. En realidad no se puede ofrecer más explicación que los hechos fortuitos y los testimonios de los testigos.
Otra historia más oscura, y esta muy real, es la del matrimonio que habitó en la vivienda que había bajo el reloj: Matilde, maestra del pueblo, y Andrés Mira, último alcalde republicano de Reocín, que sufrió la represión del bando nacional, hasta el extremo de que Joaquín Mediavilla, pitero de Villapresente, murió presuntamente por no querer participar en un complot contra él en la época en que vivía precisamente allí, en las escuelas.
Sea cual sea la causa de los extraños –o no– fenómenos del Espacio de Arte Contemporáneo, si le da por visitar el laberinto de Villapresente, lleve provisiones y batería en el móvil. No vaya a ser que el espíritu cambie las paredes de sitio y se eternice como Sarah entre los arbustos del laberinto de los goblins.
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