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Paso ligero en las legiones romanas, sonido al unísono de las sandalias que hacían temblar el suelo. A la carrera, gritando al cielo y a ... cuantos se les interponían: los cántabros. Unos y otros unidos para vencer y convencer en la cita recreacionista a un público que abarrotó el campo de batalla de la última jornada de las Guerras Cántabras. De esta forma, con las calles de Los Corrales de Buelna invadidas por los 1.500 protagonistas del Desfile General de Tribus y Legiones y miles de visitantes rendidos ante el espectáculo, se puso punto y final a la única fiesta que está reconocida de Interés Turístico Internacional en la región.
Nadie quedó indiferente ante los indómitos cántabros liderados por Corocotta en un despliegue con curtidos romanos al mando de César Augusto, tribus desafiantes, legiones intimidatorias, druidas, diosas, legados y caudillos, hombres y mujeres ataviados con sus mejores galas, niños y niñas con ganas de imitar a sus mayores y todo ello con el acompañamiento de las bandas de música −unas al ritmo de gaitas y otras marcando el paso imperial−. En definitiva, más de 1.500 personas participaron en el Gran Desfile General de Tribus y Legiones de las Guerras Cántabras, una comitiva espectacular que hizo retroceder en el tiempo a los asistentes hasta el siglo I antes de Cristo, en el fue el capítulo final de la vigésima edición de una celebración que demostró que el regreso, tras el parón obligado por la pandemia, ha sido una victoria completa. O al menos ese demuestra la alta afluencia de visitantes, más numerosa que nunca, el nuevo anfiteatro instalado por primera vez y el incremento más que notable de una juventud participativa e implicada que garantiza el futuro del evento.
El colofón comenzó a mediodía con un incesante peregrinaje de miles de curiosos llegando a Los Corrales. Para ellos se habían preparado cientos de plazas de aparcamiento gratuitas y miles de raciones de comida y bebida en la Gustatio de Pócimas y Brebajes sin alcohol. Las bebidas se sirvieron en vasos especiales de cerámica, con la intención de eliminar el plástico y contribuir así al cuidado del Medio Ambiente, como se ha hecho a lo largo de toda la edición, repartiendo contenedores de reciclaje en cada tribu cántabra y tienda romana.
Entre pincho y vaso se pudo observar una llamativa parada militar protagonizada por la Legión VI Victrix de Calahorra, así como un vistazo al interior de las tiendas romanas y las cabañas cántabras, al Templo de Jano, a catapultas y escorpiones, hornos de pan e incluso se dejaron ver en la arena un corro de gladiadores entrenado, todo ello como parte de un parque temático que sigue llamando la atención a cuantos repiten la visita.
Antes de las seis de la tarde, las huestes del ejército de visitantes ocupaba la avenida principal. Armados con un sinfín de cámaras, los flashes de profesionales y aficionados reflejaban el interés por no perderse detalle del despliegue de cada una de las trece tribus y once legiones recorriendo la Avenida Cantabria, de norte a sur, para terminar en el campamento festero.
Y, como es habitual, si la guerra la ganaron los romanos, el desfile fue para los cántabros, mucho más vitoreados, más jaleados por el público presente. Aunque también es cierto que la marcha de los romanos llamaba mucho la atención, las formaciones en flecha, la tortuga, el gran César abriendo el desfile conquistador, el sonido de las sandalias chocando con el suelo al unísono de los tambores. Muchos niños se debatían entre sus ganas de ser Corocotta y la espectacularidad de las cotas romanas, el escudo, el gladio, los cascos. Pero lo cierto es que no les duró mucho la duda. Minutos más tarde eran los cántabros los que ocupaban las calles con su ardor guerrero y ahí, la victoria popular estaba asegurada.
Y hubo mucha música, muchas bandas y temas propios, como el compuesto para una de las legiones participantes en la fiesta de Los Corrales de Buelna, 'VII Gémina', de Javier Cabañas, interpretado por la Banda de Nuestra Señora de la Virgen del Mar y la Banda de Cornetas y Tambores del Carmen, del Barrio Pesquero, ambas de Santander.
Sobre las ocho de la noche, festeros y visitantes, en un campamento abarrotado, la cita entró en su punto final. La versión infantil del César y Corocotta, las diosas Minerva y Cantabria y la sacerdotisa Drusila y la pitonisa Silenia clausuraron el campamento. Las deidades apagaron el Fuego Sagrado que ha permanecido encendido desde el inicio de la celebración, dando por concluida una edición que pasará a la historia. A ello hizo mención el presidente de la Asociación Guerras Cántabras, Óscar del Val, en la despedida, escoltado por todos los representantes de tribus y legiones y su junta directiva, además de los asesores de la fiesta. Agradeció el esfuerzo de todos en una edición que ha luchado para vencer el parón de tres años y sacar adelante las novedades que se han incluido; y no dejó tiempo para el descanso al anunciar que hoy empezará la organización de la próxima edición.
Las gradas de autoridades se llenaron. Estuvo el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, junto a varios consejeros del Gobierno regional; la plana mayor del PP cántabro, con la secretaria general, María José González, a la cabeza; y diputados y alcaldes de toda la región con el regidor de Los Corrales, Luis Ignacio Argumosa, como anfitrión. Mientras que el vicepresidente, Pablo Zuloaga, participó en el desfile.
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