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Recuerdos, reencuentros de viejos amigos y muchas anécdotas de infancia en la primera edición de la reunión de antiguos compañeros del campamento parroquial de los pueblos de Cartes y Santiago. Una iniciativa promovida por el ya desaparecido párroco del Barrio Pesquero, Julián Torre, a inicios ... de los años setenta, que prolongaron los sucesivos sacerdotes hasta finales del siglo XX. Cabe destacar que, a pesar de haber pasado 25 años desde la última convocatoria, a la cita celebrada la pasada semana en Las Caldas acudió un nutrido número de antiguos participantes, algunos de los cuales viajaron desde otras comunidades y desde otros puntos de Europa.
Una historia que comenzaba en los años setenta del pasado siglo, y en otra España muy diferente de la actual. La primera piedra y el espíritu de todo lo que se revivió el pasado sábado durante el encuentro se inició cuando un joven cura, Julián Torre, llegó a las parroquias de Cartes y Santiago. Conocido más tarde por su lucha en favor de las clases obreras y más desfavorecidas, don Julián fue también un auténtico activista de los derechos de la infancia y la juventud promoviendo actividades muy progresistas para la época que, sin querer, marcarían la niñez y adolescencia de muchos de los vecinos de ambos pueblos.
El primer campamento que promovió el religioso Julián Torre tuvo lugar en 1972 y «eran itinerantes», recuerdan ahora algunos de los primeros jóvenes y niños que participaron en el mismo. «Nos llevaban a Picos cogíamos el teleférico e íbamos acampando por el camino, pero ya en el tercer año establecieron un campamento con base en los Lagos de Lloroza», explicaban. Otra de las características de aquellos primeros años es que eran por segregación de sexo. «Los niños iban una semana o diez días y después las niñas», rememoraban los más veteranos del encuentro.
Puente Nansa (Rionansa), Camaleño, Argüebanes o Espinama (en Liébana), Lamasón, Arroyo (Campoo) o Lombraña (Polaciones) fueron algunos de los destinos que las distintas generaciones de campistas fueron conociendo a lo largo de la historia del campamento. Cuando don Julián salió de Cartes en 1977 para dirigirse a su siguiente destino, el Barrio Pesquero, otros sacerdotes siguieron su estela como es el caso de Manuel Molleda y de «Pepe». En esa segunda y última etapa se introdujo ya el concepto de acampada mixta.
El campamento cerró tristemente sus puertas en 1997, y no porque no hubiera ganas de continuar, sino por el endurecimiento de la normativa sanitaria y organizativa que impidió su viabilidad futura, ya que los nuevos formatos evolucionaron a actividades más profesionalizadas.
Atrás quedaron así los recuerdos de las noches al raso en los portales de las iglesias, los baños en el río o las largas marchas a pie a lugares increíbles. También la celebración de las folclóricas funciones del día de los padres, la lucha interminable por la propiedad del puente que divide los pueblos de Santiago y Cartes, los intrépidos juegos de pistas o la esperada caza de monitores, en la que los niños tenían el poder de vengarse de sus vigilantes.
También se quedaron para el recuerdo las duras jornadas de trabajo para montar los campamentos e idear el desarrollo de dos semanas de aventura, que se hacían siempre muy cortas y acababan en llantos y canción de despedida en el autobús de vuelta.
La reunión concluyó con una proyección de foto y vídeo y la entrega de un silbato (el símbolo de mando de los que pasaban de niños a monitores). También con un profundo reconocimiento de los presentes a las organizadoras del encuentro: Esther Bárcena, María Jesús Soberón, Lorena Franco y Nuria Saiz, que, ayudadas por más cómplices, lograron despertar de nuevo el espíritu de aquellos inolvidables campamentos.
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