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Puede parecer extraño, pero en un municipio tan extenso como Los Corrales de Buelna, formado por cinco pueblos en los que habitan más de 11.000 personas, solo existe un quiosco de los de siempre, en plena calle. Y, que se sepa, su historia ha cumplido un siglo, desde que Felipe Ansorena y Julia 'la Papelera', como se la conocía, lo abrieron, hasta el actual kiosco Cosío, en la Avenida Cantabria, lugar en el se instaló en 2004 cuando las obras en las proximidades de la estación obligaron a cambiar su ubicación.
Como si se tratara de un observador privilegiado, siempre ha estado en el centro neurálgico de la sociedad corraliega. Los más veteranos recuerdan que antes de la Guerra Civil el kiosco ya estaba en la plaza de La Rasilla, muy cerca de lo que entonces era el Casino y donde se celebraban las fiestas patronales de San Juan.
Más tarde se trasladó a las proximidades de la estación, en la Avenida José María Quijano, una calle que cada día recorrían miles de personas con destino a la fábrica que creó el hombre que dio nombre a esa calle. Era la principal vía de Los Corrales y allí tenía que estar el puesto de venta de periódicos y revistas.
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Ahora, abre su ventana, como siempre, a las seis de la mañana de cada día, en la Avenida Cantabria, en el centro de la localidad, la calle principal de Los Corrales. Y media hora después, sus propietarios ya están repartiendo periódicos puerta a puerta, de bar en bar, como se hizo siempre.
Si el anterior kiosco estuvo junto a la estación de trenes, hoy está frente a la parada de autobuses, en la urbanización más poblada de todo el valle, a caballo entre el Ayuntamiento y el teatro municipal; como siempre, en su larga historia, en el mejor sitio de Los Corrales de Buelna.
El inicio de la historia nos lleva a otro lugar privilegiado, al establecimiento de Felipe Ansorena, también en la Avenida Cantabria, entonces carretera nacional, después calle General Mola. Allí vendían periódicos y revistas Felipe y su familia en los comienzos del siglo pasado, pero en seguida vieron que los pasteles, helados (recordados todavía por muchas generaciones) y golosinas iban a tener un mercado creciente como fuente de ingresos. Así fue durante muchas décadas para esa conocida familia.
Tomaron el relevo los hermanos Julia y Pablo Turiel, ya con el kiosco en el parque de La Rasilla. Primero fue Julia, 'la Papelera', uno de los personajes con nombre propio en la historia de Los Corrales. Por sus manos pasaron miles de ejemplares de El Diario Montañés, El Cantábrico, El Pueblo Cántabro, La Región, La Hoja del Lunes y algunos diarios de Madrid, como ABC, Pueblo o Ya. Cuando empezó, se vendían a cinco céntimos y, de ahí, hacia arriba, hasta las seis pesetas que costó el último periódico que entregó, cuando, por razones de salud, dejó el establecimiento, en 1972. «Los últimos 22 años los pasó encerrada en él, aguantando fríos y calores, y las travesuras de los críos; conservando en sus brazos y piernas señales de las caídas sufridas cuando iba corriendo para llegar a tiempo a los trenes», como contaba Maruja Méndez, una de las cronistas del pueblo.
Julia dejó el kiosco en manos de su hermano Pablo Turiel y su esposa Cándida. Uno de sus nietos entabló relación con una hija de Eduardo Cosío y Adela Fernández, una buena amistad entre las familias que hizo que cuando los Turiel se jubilaron traspasaran el quiosco a los Cosío.
La receptora de ese traspaso fue Adela Fernández, que estuvo al frente durante más de veinte años, siempre contando con el apoyo de su esposo, Eduardo Cosío. Uno de sus hijos, Pablo, cuenta que «los primeros años ayudábamos todos: María José, Begoña, Eduardo y yo, pero la que más tiempo estuvo, unos tres años, fue mi hermana Begoña».
Adela lideró el último traslado del kiosco. Las obras de eliminación del paso a nivel de la estación obligaron a desplazarlo al centro de la localidad. Allí estuvo un tiempo, encantada con su nueva ubicación, libre de las «incomodidades» que habían sufrido en la Avenida Quijano. Otra mujer, Ana González, esposa de Pablo Cosío, la sucedió y lo regenta actualmente, un negocio especialmente querido en Los Corrales.
Como en su momento contó Maruja Méndez, cronista durante años de Los Corrales, en su 'Comunidad en Marcha', Julia, 'la Papelera' dedicó medio siglo de vida a vender periódicos, desde los 12 a los 63 años. Cuenta Maruja que la madre de Julia tuvo 17 hijos, de los que vivieron 13. Apunta que el padre de la familia, Teo, «ya ayudaba en la venta de los periódicos de su hija Julia». «Julia se levantaba a las seis de la mañana, ayudaba a la madre en alguna faena casera y salía a recoger la prensa que llegaba de Madrid en el Correo, a las 7.30 horas, y en el tren de las nueve recogía lo que venía desde Santander». Maruja Méndez relataba que «como jovencita que era, le gustaba soñar y, al acostarse, se quedaba leyendo a Corín Tellado o las novelitas de 'Pueyo' que ella misma vendía por aquel entonces».
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