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La Maya ya preside la plaza de Santiago Apóstol en el pequeño pueblo de Silió, obligando a propios y extraños a levantar la mirada ante un imponente tronco de roble (en realidad dos, unidos en los últimos días) de más de 32 metros y dos ... toneladas de peso. Mirada al cielo con agradecimiento, porque tras varios años se retomó la tradición y el día acompañó a los esforzados vecinos que tiraron de riñón para 'pinar' la Maya.
Una tradición mantenida por los jóvenes del pueblo, conjurado para levantar a pulso el largo tronco de roble, soportando el peso de la madera y de una milenaria tradición, como lo hacen con la otra fiesta que protagonizan cada año, La Vijanera. Y con una estela detrás, muy próxima, la de los niños, tirando de las cuerdas, aprendiendo para cuando les toque tirar de brazos.
Todos empujaron para volver a plantar la Maya a la vieja usanza, con renovadas cuerdas y poleas tras los años de parón, manteniendo la tradición y la vistosidad pero garantizando un buen resultado y la seguridad de todos, dijo el presidente de la Asociación de Mayeros de Silió, Sergio Balza.
Los más veteranos dirigieron las operaciones, al frente de todos ellos el Tin, Vicente Terán, referencia máxima con sus 101 años de cómo mandar tensar las cuerdas, adelantar las horcas que alzaban los troncos, parar y volver a arrancar al grito de «Eeeehhhhh una». Antes se había ocupado, con la ayuda de sus sucesores, de preparar las cuerdas y poleas que ayudaron a los mozos en el esfuerzo de poner en pie la Maya.
Descansando solo para recolocar los aparejos y volver a montarlos un poco más cerca de la base, los jóvenes lograron poner en pie, a golpe de riñón, cuerdas, cuñas y soportes, la Maya. A ratos empujando, a ratos preparando los andamios de madera, a ratos tensando las cuerdas, todo a golpe de brazo, entre muestras de asombro de los cientos de visitantes que acudieron a la cita. Allí estuvieron los consejeros de Presidencia, Interior, Justicia y Acción Exterior, Paula Fernández Viaña, de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Guillermo Blanco, y el de Industria y Turismo, Francisco Javier López Marcano, que recibió del Tin el expediente para declarar la fiesta de interés turistico regional, todos con la alcaldesa anfitriona, Verónica Mantecón, entre otras autoridades.
Al final el hombre se impuso y el gran tronco ya ejerce de mástil de la bandera de las tradiciones en la plaza principal del pueblo. En las caras de los esforzados jóvenes cansancio y satisfacción, caras reconocibles para los muchos cántabros que cada primer domingo del año vuelven a Silió, para disfrutar de La Vijanera. Aplausos y cohetes pusieron punto final a una tradición que recuerda la actividad maderera y religiosa de la zona hace siglos.
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