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Silió se quedó este miércoles con las ganas de ver su maya plantada. Al menos de momento, porque los mayeros no descartan retomar el izado en los próximos días. La rotura de una cuerda y su correspondiente polea hizo que la maya quedara prácticamente en el aire cuando estaba a media subida. Tres tijeras de madera la sujetaron, alguna con un pie en el aire, el tiempo suficiente para que los mayeros se apartaran, alejaran a las cientos de personas que habían acudido a la cita y organizaran la caída de la maya de forma controlada.
No pasó nada, «y eso es lo más importante, porque tiempo habrá de volverla a plantar, una vez que reparemos todo el sistema de trócolas, revisemos las cuerdas y cada elemento que utilizamos concienzudamente», indicó Sergio Balza, el presidente de la Asociación de Mayeros de Silió.
Es la segunda vez que sucede desde que se recuperó el plantado de la maya en el pequeño pueblo de Molledo. La primera, como recordaba César Rodríguez, uno de los defensores de las tradiciones de Silió, fue en 1993.
Eran las nueve y media de la noche, prácticamente una hora después de que una treintena de mayeros comenzarán las labores de izado de dos troncos de roble, de 28 metros de altura y más de dos toneladas y media de peso. Eso, y el poco tiempo que tuvieron los troncos para secarse, pudieron tener parte de culpa de lo que sucedió a esa hora. Los mayeros más expertos lo habían adelantado media hora antes. Algo no iba bien, la maya pesaba demasiado, los troncos no habían secado suficiente... y se notaba.
En la primera hora, a pesar de todo, el plantado había ido más lento pero, a ojos de los espectadores, bien, tan espectacular como siempre. Entre ellos estaba la consejera de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria, Eva Guillermina Fernández; los diputados Paula Fernández y Guillermo Blanco; y la alcaldesa anfitriona, Verónica Mantecón, además de otros alcaldes, como el de Anievas, Agustín Pernía. Fernández había profetizado dos horas antes que «la maya es como la política, hay que ir paso a paso, con esfuerzo, sabiendo que en cualquier momento todo puede cambiar».
Sergio Balza
Presidente de la Asociación de Mayeros de Silió
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A las nueve y media de la noche se oyó un latigazo y los gritos de los mayeros pidiendo a sus compañeros, los que en ese momento estaban debajo de la maya, que se alejaran, lo mismo que al público que estaba más cerca de las maniobras.
César Rodríguez
Presidente de La Vijanera
La Guardia Civil ayudó en las tareas de abrir un amplio espacio. Los mayeros más experimentados se reunieron para decidir si había posibilidad de recuperar el izado o había que desistir. Entre tanto, otros afianzaban las tres tijeras de madera que aún sujetaban la maya, para dar tiempo a la decisión final.
No había otra. Había que tirarla de forma controlada tumbando esas tres tijeras, reparar los daños y esperar el momento idóneo para volverlo a intentar.
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