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Silió ha vuelto a hacerlo. El pueblo de tradiciones ancestrales como la Vijanera o la Maya ha recuperado ahora otra de sus señas de ... identidad, los gigantes y cabezudos que recorrían calles y plazas hace más de un siglo. Y lo ha hecho a su manera, retrotrayéndose a los primeros años del siglo pasado, usando los materiales que entonces se emplearon y ajustándose lo más posible a los personajes que, durante los felices y locos años veinte, hacían correr a grandes y pequeños en las fiestas patronales de Santiago. A la cabeza de la idea, como es habitual, César Rodríguez, máximo exponente de la recuperación actual de la Vijanera y estudioso de las costumbres de Silió. «Todo comenzó con una conversación improvisada, aprendiendo de la gente mayor, porque no hay mejor forma de conocer nuestro entorno físico que escuchando las vivencias del entorno humano», explicaba.
En esa conversación se habló de los 'tionis', palabra con la que se conocía entonces a los cabezudos. Rodríguez recogió los testimonios de los que contaron que eran del Concejo «y se guardaban en unos portales, junto al río, que estaban detrás del corro», compartiendo espacio con el punto de salida y almacenaje de las vijaneras de preguerra.
El primer paso fue localizar los lugares en los que se sacaba la arcilla para las tejeras. «Después tocaba volver a estos 'muñecones' a la vida con poco más que yeso, agua, harina, cola y muchas horas de trabajo y pruebas. «Hemos intentado recuperarlos partiendo de los materiales que se empleaban hace más de un siglo para su construcción. Sobre una figura inicial de arcilla se creaba un negativo en yeso que servía para crear otro positivo en cartón que, tras más agua, harina, cola, papel de periódico, lijado y pintado, tomaba vida de un modo casi mágico», contaba Rodríguez.
Una técnica, reconocía, «que sigue siendo la más efectiva y que termina ofreciendo el resultado más ligero», un modo de hacer las cosas que se aprovechará también en las labores de recuperación de materiales de los personajes de la Vijanera.
Pero no solo se ha vuelto la mirada al pasado para recrear el cabezudo, también se ha puesto el mayor de los cuidados en la elección de la ropa y de los complementos de cada uno de ellos.
«Han sido semanas de intenso trabajo y de gran implicación por parte de compañeros como Jonathan y Aitor, que ya es el artista mayor y más polifacético del pueblo», aseguraba.
Incidió en que ese trabajo no ha terminado ahí. «En años venideros se sumarán varios gigantes», adelantó, ligados a personajes de la música tradicional, como el de uno de los últimos músicos que amenizaban los bailes con su violín.
César Rodríguez sigue trabajando en la recuperación de las tradiciones de Silió porque, según asegura, «muchas veces la mejor forma de avanzar es mirar hacia atrás, aprendiendo de quienes anduvieron el camino antes que nosotros».
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