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Silió revivió la tradición de poner en pie dos largos troncos de roble de más de 30 metros de largo. Cavia
Silió rinde al mundo a los pies de su Maya

Silió rinde al mundo a los pies de su Maya

Una treintena de hombres han 'pinado' este lunes el gran mástil a golpe de riñón, con la única ayuda de cuerdas, poleas, tijeras y andamios de madera

Nacho Cavia

Molledo

Lunes, 24 de julio 2023, 20:52

El pequeño pueblo de Silió, en Molledo, ha vuelto a rendir este lunes al mundo al pie de su Maya, una ancestral costumbre que aprovechó la ligera lluvia caída durante el día para regar el gran tronco que cada año los jóvenes plantan en su plaza para fertilizar la tierra de las tradiciones. Una edición especial en la que se ha echado en falta al director de escena en las últimas décadas, Vicente Terán, el 'Tin', añorado por todas las personas que han puesto manos, brazos, piernas y riñones para 'pinar' la Maya, dos robles unidos de más de 30 metros de largo y 2.500 kilos de peso.

Muchos visitantes se dieron cita en Silió repitiendo experiencia, otros, con ganas de ver por primera vez cómo el hombre es capaz de poner de pie, a la vieja usanza, un tronco que supera en altura los edificios más notables de Silió. Los primeros en llegar comprobaron cómo los mayeros de toda la vida acariciaban los dos robles unidos, descansando en el suelo, sabiendo que el extrañado carpintero había vigilado desde el cielo a sus alumnos aventajados en la preparación de esos troncos. El que fue presidente de honor de la Asociación Cultural de Mayeros de Silió habría dado su visto bueno a los preparativos de Joaquín y Alberto.

Sobre las ocho de la tarde tocó apretar los riñones, tirar de brazo, sufrir viendo cómo poco a poco la Maya subía hasta rozar el cielo, a pulso. Primero, empujando desde el suelo; luego, subiéndose a andamios de madera, como antiguamente, con cuerdas, poleas y trócolas que 'facilitan' la labor. Con la Maya cada vez más 'pinada', los andamios ya no fueron suficientes y hubo que sostener con largas tijeras de madera los troncos y tirar de cuerdas; a un lado la Maya, al otro una hilera de hombres, todos a una.

Poco más de una hora más tarde, mozos y no tan mozos lograrán izar al completo esos dos troncos, jaleados con aplausos de un público hasta ese momento absorto en el esfuerzo de unos 30 hombres todavía centrados en fijar la Maya a la estructura metálica que garantiza la seguridad de cuantos se acercan a una fiesta que se espera sea declarada, este año, de Interés Regional.

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