
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El Ayuntamiento de Suances ha ordenado el desalojo del bar Ancla, que permanecía con su funcionamiento habitual pese al abandono del edificio donde se encuentra, el número 3 de la Marina Española, por parte de todos los vecinos y de los responsables del otro local hostelero, el Restaurante Sito.
El alcalde del municipio, Andrés Ruiz Moya, notificó ayer personalmente a los responsables del Ancla la decisión, tomada en base a los informes técnicos de una empresa externa contratada por el administrador, que como explicó el alcalde, «el Ayuntamiento está obligado a considerar». De hecho, incidió en que los resultados no dejan lugar a la elección: «El informe nos ha puesto entre la espada y la pared y no nos ha quedado otro remedio».
El regidor no habló de plazos concretos pero señaló que el margen aproximado para que el bar pueda seguir abierto será de lo que resta de esta semana y de excederse este tiempo, habría que recurrir a una orden judicial, algo por lo que confía en no tener que pasar.
Hasta el momento, los responsables, que están de alquiler, han estado trabajando con normalidad, pese a haber comenzado los trabajos en el edificio y haberse colocado andamios en la fachada justo hasta su pared, donde se negaron a que los operarios siguieran poniéndolos para no obstruir la terraza ni tapar la entrada.
El objetivo era seguir al frente del negocio que es la base de la familia y que justo en esta época del año empieza a dar sus mayores frutos. Y así se ha hecho por el momento, habiendo mediado en los últimos días una firma que la propietaria y arrendadora del local les solicitó para que cualquier responsabilidad derivada de que no se hubiera desalojado voluntariamente fuera de los arrendatarios.
Como también ha explicado el alcalde, la única forma que tiene el Ayuntamiento de minimizar el daño que esta situación pueda provocar es, previo informe justificado de las graves dificultades económicas que se producirían, buscar alguna solución como puede ser ofrecer otro local.
Con el futurible cierre del bar, el edificio quedaría vacío completamente, lo que según Ruiz Moya, agilizará las obras y evitará posibles riesgos. Según comenta, de momento, los trabajos que se han llevado a cabo «han sido solamente de cata y apuntalamiento y por eso se han podido ir realizando sin desalojar completamente el edificio».
Se calcula que las obras se extiendan por el plazo de un año, y los propietarios deberán pagar más de 800.000 euros divididos en doce mensualidades en función de su cuota de participación.
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Ana del Castillo
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