Aunque hasta ahora no se han sobrepasado los plazos previstos para la realización de los trabajos que eran incompatibles con la presencia de vecinos, que era de un año, sí se ha incrementado la cuantía de las obras, que estaban presupuestadas en 800.000 euros y finalmente ha supuesto, según calculan los vecinos, una cantidad que supera el millón de euros. A cada propietario le corresponde pagar una cantidad que rondaría los 30.0000 euros al sumar una nueva derrama de unos 8.000 por cabeza. «El 6 de mayo fue la última derrama, porque encontraron un montón de cosas; los cuartos y los quintos estaban muy mal y tenían que rehacerlos prácticamente enteros», explica Antonio Arroyo, que vive a caballo entre Burgos y Suances desde que adquirió su piso, situado en la primera planta del edificio, una vivienda que «nunca ha tenido ni una grieta, ni una humedad, absolutamente nada».
El resto de los propietarios del primero deberán hacer frente a un desembolso de 32.000 euros por sus casas, «porque son un poco más grandes», aunque de las cuatro viviendas que hay en esta planta hay dos que aún no se pueden utilizar.
«En mi piso, que está en el primero, nunca había tenido ni una grieta, ni una humedad ni nada»
En un primer momento les habían dicho que les permitirían volver a sus viviendas el primero de julio, pero, «a la hora de la verdad, ha sido el 6 de agosto» y, además ha habido quien ha decidido acondicionar su casa antes de volver. «Yo he tenido que estar algunos días en un hotel porque esto estaba inhabitable», dice el burgalés, mientras prepara el papel para mejorar el estado de la pintura de las paredes.
También en el primero vivía María Polo, que durante todo este tiempo ha residido con su hija y de momento no ha podido volver. Es también la propietaria del local del bar El Ancla, cuyos arrendatarios, que trasladaron el negocio a otro lugar cercano, fueron los últimos en desalojar y ya han pegado una nota en la cristalera del establecimiento en la que informan a los clientes de su próxima reapertura, el sábado 31 de agosto. Mari Zatón es otra de las vecinas que ya ha vuelto con sus dos hijos a ocupar en la cuarta planta el piso de su propiedad, aunque como ella misma dice, «en realidad, vuelve a ser del banco», pues después de haber terminado de pagar la hipoteca ha tenido que pedir otra para hacer frente a los casi 30.000 euros que le corresponde abonar por las reparaciones. Esta familia, que volvió a ocupar su vivienda el pasado miércoles, permaneció el último año en la parte alta de Suances, en la casa de unos familiares, donde durante estos meses iban asimilando el 'susto' de tener que dejar su casa y el posterior desembolso económico que han tenido que hacer. «Imagínate todo lo que ha habido que pagar, y encima, vete a vivir al pueblo y sube y baja para trabajar. Pero bueno, ya pasó», dice Mari. Su hijo, Agustín Rodríguez, señala la viga que más preocupaba a los técnicos y que ha sido reforzada, y el suelo, que luce un nuevo parqué.
«Después de todo lo que ha habido que pagar y encima, vete a vivir al pueblo; pero ya pasó»
Del total de viviendas, 30, normalmente hay siete que están ocupadas todo el año y el resto son segundas residencias, utilizadas sobre todo en verano. Mientras concluyen las obras del edificio número 3, el número 1, donde en un primer momento también se contempló la posibilidad del desalojo, está rodeado de andamios completamente aunque los vecinos no han tenido que abandonarlo.
Revisión técnica
Todo empezó tras una revisión técnica, cuando se detectó el mal estado de ambos edificios, que fueron construidos por el mismo promotor hace sesenta años. «En aquellos años se hacían las cosas de mala manera. Seguramente, el hormigón se hizo con arena de la playa y el salitre está actuando», aseguró el alcalde de Suances, Andrés Ruiz Moya, en aquel momento para explicar las causas de los problemas. Entre los vecinos del inmueble desalojado estaba también Mercedes Vicente, que residía en un pequeño piso al que entró a vivir hace once años, cuando se encontraba 'en la calle', con una deuda de 4.000 euros que no ha podido asumir y se ha ido incrementando «derrama tras derrama», según ella misma ha explicado.
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