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Mientras las estelas salpican el paisaje, la naturaleza marca su territorio
Un verano tiene el obrero ·
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Un verano tiene el obrero ·
En un recorrido por las principales rutas del valle destaca la Canal de la Tejera por haber entrado en el 'top ten' de los senderos cántabrosNo, Los Corrales de Buelna no es un lugar en el que los viajeros paren demasiado en verano. Si el conductor que atraviesa el valle ... por la Autovía de la Meseta deja un momento de mirar hacia el norte, esperando encontrar los primeros atisbos del mar, lo que ve son naves industriales propias de un pueblo pionero en la siderurgia cántabra. Eso no quita para que, de vez en cuando, algún turista accidental se deje atrapar por el encanto de un pueblo que respeta y cuida una larga historia de artesanos que comenzó con la talla de las estelas gigantes, únicas en el mundo, y continúa con piezas mucho más delicadas para los vehículos de última generación.
Y si la última etapa es fuente de riqueza, hoy las grandes ruedas se convierten en uno de los ganchos principales del valle, la Estela de Barros y las réplicas que salpican parques y calles, escaparates, carteles y camisetas.
Otra gran talla que el visitante se puede encontrar en plena calle es la estatua del fundador de las empresas que pusieron en el mapa la localidad, José María Quijano, obra del gran escultor palentino Victorio Macho. Sentado en el banco de ese rincón, en la no menos histórica Rasilla, uno se mete de lleno en la historia. Y si cierra los ojos puede oír el ruido de miles de albarcas que tronaban a principios del siglo pasado cada madrugada en la Puerta del Sol camino al trabajo, en esa misma calle.
Ahí es cuando uno tiene claro que para miles de obreros de distintas generaciones las vacaciones de verano no fueron tales, porque sirvieron para atender lo que era su segunda labor diaria, la ganadería, el campo, segar, recoger la hierba, ordeñar, madrugar el lunes como el domingo. Algo que curtía la piel, moreno de obrero más que de playa.
Pero toda esa actividad, primera y segunda ocupación, también tuvo otra consecuencia a la que hoy se saca un buen partido: los viejos caminos para llegar andando a la 'fábrica' desde toda la comarca, las camberas para llegar al pasto de montaña, se han convertido en rutas para disfrutar de la naturaleza que rodea Los Corrales, senderos que atraen a cientos de personas cada fin de semana. Eso lo sabe bien Ignacio Mantecón, uno de los históricos del Grupo de Montaña Orza, amante de la naturaleza tanto como de las historias que guarda, caminante con mochila al hombro, donde guarda nombres impronunciables de lugares mágicos como la Estranguadía, uno de sus rincones preferidos en los montes de Coo. Una afición heredada de su padre, al que acompañó en su vida laboral con su condición de topógrafo.
En un recorrido por las principales rutas del valle destaca la Canal de la Tejera por haber entrado en el 'top ten' de los senderos cántabros. Cada fin de semana decenas de personas de toda Cantabria y buena parte de España se pasean por esa ruta, al sur del valle, desde el barrio de San Andrés al refugio del monte Brazo. Un albergue que ofrece más alternativas: la ruta de la ermita mozárabe de Moroso, el castro cántabro del Cueto, la vista sobre las hoces del Besaya y su paseo fluvial. Las hoces, un observatorio de las comunicaciones históricas entre la Meseta y Cantabria. Y si se sube a la Garmía nos acercamos, desde lo más alto, al centro geográfico de la región, en Calga. Hay más opciones, aún sin balizar lamentablemente, como la cambera de los Campanos o la peña del Moro.
Al otro lado del río está el monte Gedo, mágico, cargado de historias curiosas. La ruta a seguir es la de la calzada romana o, según los últimos informes, medieval, en cualquier caso magnífica. Un recorrido que se inicia en la base de la Contrina y traviesa el bosque Fresneda. Cerca, un mirador inigualable sobre el valle de Buelna, en la peña del Oso.
Subir a la Garita, uno de los picos emblemáticos del valle, ya de por sí es un regalo, «subas por donde subas». Lo mejor, las vistas de toda la región desde lo alto, de Santander a los Picos de Europa o los montes pasiegos.
Si uno se dirige hacia Coo se encuentra con muchos lugares singulares, lugares como la Fuentecía, otro observatorio privilegiado desde el que se puede ver una de las fallas geográficas que recorre buena parte de la región.
Más allá se atisban el Dobra, el Tejas, ya en San Felices. Castros cántabros, campamentos romanos, cuevas con arte prehistórico, pero esa ya es otra historia.
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