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Neil Marcus, actor y dramaturgo estadounidense, decía que la discapacidad no es una lucha valiente en frente de la adversidad, sino un arte. Una manera ingeniosa de vivir. Lo entendía así porque con ocho años fue diagnosticado de distonía generalizada, una enfermedad que truncaba su ... movimiento y que marcaría para siempre su manera de ver el mundo. Ese carrusel de limitaciones que se le vino encima despertó en él un cambio de perspectiva: ver la dificultad como una oportunidad para llegar al mundo. Ayer, con un balón de baloncesto en la mano y subidas en una silla de ruedas, un grupo de mujeres de diferentes perfiles de la sociedad civil de Cantabria también trataron de «llegar». Y lo hicieron dando un poco de visibilidad a la discapacidad en el plano deportivo.
Marina Pereda, jugadora de baloncesto en silla de ruedas y administrativa, se confiesa defensora de romper barreras sociales. Ayer lo demostró con su sonrisa y unas cuantas canastas para su equipo. Formó parte del torneo 'Más mujer', organizado por el Ayuntamiento de Bezana y Baloncesto en Silla de Ruedas Cantabria (BSR) en la nueva plaza de Soto de la Marina. «No se trata de ganar o perder, sino de visibilizar lo que hacemos», aseguraba en el tiempo de descanso después de haber conseguido tres tiros libres perfectos.
Lucía Navarro, una niña que hace tres años dejó de mover sus piernas sin que se haya descubierto la razón y estuvo en coma 23 días, también se midió en la cancha. Pese a su corta edad, ha luchado desde entonces por disfrutar de las cosas habituales. Lo intenta cada día en su silla de Okuda y tiene ya más de 60.000 seguidores en redes sociales. A la pequeña y a Pereda les acompañaban otras mujeres de diferentes ámbitos de la región, como las deportistas Ruth Beitia e Iris Cagigas o las periodistas Leticia Mena o Elisabeth Escagedo, entre otras, para quienes era la primera vez que probaban este deporte. También la alcaldesa, Carmen Pérez, lo dio todo por intentar dar a su equipo unos puntos.
El reto de todas ellas era dar visibilidad y colaborar en el evento, que recaudó fondos para que la asociación continuara con su labor. «Al igual que los pies tienen un tamaño y formas diferentes, nuestras sillas están hechas a medida de la persona que la usa, teniendo en cuenta su nivel de lesión y capacidades», aseguraron desde la asociación. Cada una de estas 'zapatillas' cuesta 2.500 euros. «Cualquiera, el día de mañana, puede estar en una silla», añadió el presidente de la BSR Cantabria, Pablo Miguel López.
Su asociación lleva tres años en funcionamiento y tiene como objetivo visibilizar el deporte adaptado y ofrecer mejores oportunidades a las personas con discapacidad física. El próximo día 30 (sábado), este torneo recalará en El Astillero.
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