Equinoterapia en Bezana para paliar las secuelas de la violencia de género

«Ya no es solo que te insulte, te humille, te levante la mano, es que no te deja vivir. No me dejaba salir, ni siquiera ver a mi familia». La mujer relata lo que se prolongó en el tiempo con la esperanza de que cambiara y solo pudo poner fin tras un enfrentamiento del agresor con su hijo. Hasta entonces, vivió lo que en psicología se puede considerar un 'síndrome de Estocolmo', un estado psicológico inconsciente en el que una persona permite que otra adopte un lugar de poder, control o autoridad sobre ella que, además, se sostiene en el tiempo por la empatía que la víctima siente hacia su agresor. Eso, sumado a otro término acuñado en psicología que se denomina 'psicología aprendida', que es que, llegado el momento, la víctima siente que haga lo que haga no tiene escapatoria. Se tolera por inseguridad, por vergüenza o por miedo.

Las personas que ejercen este tipo de violencia sobre su pareja, con independencia del género, no llegan con una tarjeta de visita. «Cuando lo conocí era totalmente diferente y todo el mundo que le conoce de nuevas dice qué majo es», explica la mujer.

Lo que cuenta no es ajeno para el resto de sus compañeras que acuden al centro hípico, que también prefieren respaldarse en el anonimato para hablar de la violencia de género. Como una joven de 21 años, madre de un bebé que asegura haber recibido golpes a manos de su expareja estando embarazada y que éste la llegó a estafar 30.000 euros al firmar por ella un préstamo que primero ocultó y luego justificó con la excusa de darla una sorpresa. «Me lo creí. Sin más. Luego he entendido que estaba anulada como persona», comenta la joven que dice que lo que ahora le pide a la vida es «poder salir sola de casa sin miedo».

Y de eso de enfrentarse a los miedos va el taller de equinoterapia. «Si puedo con Julito, puedo con todo». Julito es el nombre del caballo que le tocó a esta joven en el centro hípico y del que huía al principio de las sesiones. «Le tenía pánico al principio, pero luego ya le traía zanahorias», apostilla la joven.

Elena López, técnica deportiva del centro hípico de Prezanes, es una de las instructoras que ha estado al frente de la actividad junto a Laura Díez Collado, directora del espacio. Aseguran que el trabajo realizado con caballos, que está considerado el animal más sensible, facilita el apoyo psicológico ya que «fuerza situaciones de superación». «Hemos trabajado pie a tierra, que nos parece una actividad interesante para acercarse al caballo en libertad. Cada una de las participantes es diferente, tiene un carácter distinto y, por eso, les hemos asignado el caballo que creíamos más acorde iba con ellas. En pocos días, hemos visto una evolución muy rápida de las participantes que han demostrado tener mucha fuerza», comenta.

Por su parte, la alcaldesa, Carmen Pérez, indicó que esta iniciativa, que es la «primera vez» que se organiza en el municipio, es una manera de contribuir con el apoyo que desde las instituciones se debe ofrecer a las mujeres víctimas de esta «lacra social».