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Incertidumbres y certezas sobre el coto de caza de Bezana y Piélagos

El Diario Montañés repasa las problemáticas y el trasfondo normativo de la creación de este espacio en la zona costera

Domingo, 13 de agosto 2023, 07:45

El coto deportivo de caza que se proyecta en los términos municipales de Santa Cruz de Bezana y Piélagos sigue generando un intenso debate a pie de calle, en cada pedanía. Las reuniones en las Juntas Vecinales dieron buena prueba de que las dudas que ciernen sobre los afectados, propietarios de terrenos y vecinos, siguen todavía muy a flor de piel en el sentir general. ¿Cómo se organizarán las batidas? ¿Cómo se controlará la acción de la caza? ¿Qué se cazará y con qué periodicidad? Buena parte de esas respuestas se encuentran en la Ley de Cantabria 12/2006 de 17 de julio de Caza y en el Plan Técnico de Aprovechamiento Cinegético (PTAC).

En primer lugar, y antes de profundizar en el asunto, conviene especificar que la constitución o no del coto, una vez iniciado el procedimiento por parte del Club Deportivo Básico La Sorda, dependerá de la Dirección General de Montes y Biodiversidad. Es este organismo quien tendrá la última palabra. Es decir, una vez venza el periodo de alegaciones –lo hará el próximo 17 de agosto–, será la Dirección General quien decida o no aceptar cada una de las centenares de alegaciones presentadas por ayuntamientos, propietarios, vecinos y partidos políticos, y resolver de manera favorable o no. Y entre ellas, la exclusión de los terrenos de aquellos propietarios que así lo solicitaron y, por supuesto, el suelo urbano consolidado.

Sancibrián

Liencres

Coto

de caza

S-20

Mortera

Bezana

S-30

Igollo

Escobedo

Sancibrián

Liencres

Coto

de caza

S-20

Mortera

Bezana

S-30

Igollo

Escobedo

Sancibrián

Liencres

Coto

de caza

S-20

Mortera

S-30

Bezana

A-67

Igollo

Escobedo

Sancibrián

Liencres

Coto

de caza

S-20

S-30

Mortera

Bezana

A-67

Igollo

Escobedo

Camargo

Esto se podría traducir en que, de las 1.100 hectáreas que se han propuesto, si no se llega al mínimo de las 750 hectáreas, el coto no reuniría la dimensión necesaria y no se podría autorizar. De aprobarse, no quiere decir que en esas 750 hectáreas se autorice la práctica de la caza. «Un coto es como una vivienda, que tiene metros construidos y metros habitables. Es decir, el coto puede tener determinada dimensión y luego permitirnos cazar en un área mucho menor», explica Jose, un cazador aficionado de Soto de la Marina, hijo y nieto de cazadores. La opinión la ratifica el presidente de la Federación de Caza de Cantabria, Ignacio Valle, que además añade otras peculiaridades que deja claro la ley: «que las autovías, caminos, vías verdes o férreas no rompen la continuidad del terreno del coto, pero no puedes cazar en ellos».

Luego está una de las principales y más repetidas quejas que han mostrado los propietarios de terrenos y vecinos en las reuniones de las diferentes juntas vecinales. La de la proximidad de los cazadores a las propiedades o a aquellas zonas de tránsito y paseo. «No puedes tirar a menos de 200 metros a espaldas de una casa, aunque esta se sitúe en una mies. Puedes pasar pero con la escopeta abierta, descargada, pero no cazar», indica el presidente de la federación. Por tanto, ¿se podrá cazar en sendas verdes o costeras, junto a viviendas o colegios? La respuesta es no.

«¿Y quién va a controlar eso? ¿Y cómo va a vigilar la Guardia Civil o los guardas de montes la caza?», se cuestiona el alcalde pedáneo de Bezana, Francisco Javier Liaño, que ya hizo esta misma pregunta en uno de los concejos organizados entre cazadores y vecinos para resolver las dudas.

En este sentido, conviene poner de manifiesto –como advierte Valle– que el PTAC, la herramienta digital que comparten Guardia Civil, Guardería de Montes y cazadores, regula el cuándo y el cómo. «En función de qué zona se establezca en el PTAC, es la dirección de Montes quien determina qué especies se pueden cazar, el número de batidas al año y la zona o incluso dónde poder 'perrear' (sacar a los perros a entrenar y sin armas)». Todo, según demuestra frente a una pantalla, «está perfectamente controlado».

Otra gran pregunta es con qué objeto se pretende crear este nuevo coto. Fundamentalmente, para la caza menor. Así, en esta zona de Cantabria, este tipo de práctica se centraría en sordas, lagunejas, estorninos, urracas, palomas o codornices. Pero también hay una especie que nada tiene que ver con las anteriores. El jabalí. Este animal, que queda fuera de la caza menor, puede ser abatido en la zona del coto donde se pueda practicar el control cinegético con escopeta o rifle.

Como máximo, las cacerías de jabalíes se establecen en una a la semana, de septiembre a febrero, al margen de las excepcionales por cuestiones de control poblacional. En cuanto a la caza menor se puede cazar, como máximo, los martes, jueves, sábados y domingo. Pero, en la práctica, se negocia con la administración y se reducen jornadas y horarios.

En el hipotético caso de que un vecino que pasee a su perro por una senda y se tope con un jabalí, lo natural es que el jabalí huya, pero en época de cría, perro y animal salvaje pueden provocar incidentes. En este sentido, el artículo 63 de la ley de caza establece que la «responsabilidad por daños causados por especies cinegéticas correrá a cargo de los titulares cinegéticos», esto es, el coto. Siempre y cuando, matiza Valle, «si es coto de caza y ha habido cacería en las 24 horas anteriores».

Entre los cazadores, la idea del coto no es nueva. Ya existía desde hace décadas en el municipio de Bezana y se intentó renovar la autorización hace un par de años –se renueva cada década–. Sin embargo, ha sido en este caso, cuando ha salido a exposición pública, cuando ha saltado la polémica. Según considera el presidente de la Federación de Caza, por un tema «político», en alusión a que los que gobernaban hace dos años, ahora están en el otro lado. Los cazadores defienden la práctica de la caza como una forma de mantener controlada la sobrepoblación del jabalí, que es un animal que ya se ha «humanizado» en muchos lugares de Cantabria y ha hecho su hogar en lugares urbanos, incluso playas, como ya sucedió en Suances. «En Asturias nos aplauden cuando cazamos jabalíes en la costa. Aquí, polémica».

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