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No estaba muerto; estaba en Bezana
Leyendas de aquí

No estaba muerto; estaba en Bezana

'El muerto vivo' se basa en una historia real ocurrida con un cliente de una sala de fiestas cántabra

Aser Falagán

Santander

Sábado, 11 de febrero 2023, 15:51

Blanco Herrera era cántabro. De Bezana, para más señas. Quizá el nombre no les suene de nada, pero si les digo que es un tipo a quien dieron por muerto y le rezaron la novena cuando en realidad estaba tomando cañas, tal vez les comience a sonar su historia. Pues sí. Era de Bezana. O eso dice una leyenda urbana de los años sesenta. También hay quien la ubica en los setenta, pero en ese caso el bueno de Blanco Herrera debería haber viajado en el tiempo para que las fechas cuadraran.

El relato es sencillo. Bezana, como toda Cantabria, tiene bares clásicos y de referencia. Uno de ellos esta en la carretera que une el pueblo con Camargo a través de Igollo. Un bar que ya va por la segunda generación y que puede presumir orgulloso no solo de una larga trayectoria, sino de gran experiencia, porque sus anteriores propietarios, la primera generación, llegaron a abrir incluso un segundo local, este más estilo discoteca o sala de fiestas, un nombre que se estilaba por la época, por aquello de diversificar.

El nombre del bar no importa demasiado. El de la sala de fiestas, ya cerrada hace décadas, puede que aún le suene a alguien en Santa Cruz de Bezana. Se llamaba Macumba y tuvo bastante éxito hacia los años sesenta y setenta del siglo XX; un lugar de parada habitual cuando la oferta de ocio nocturno tampoco era tanta, si se compara con unos años después. Y un punto de encuentro bastante conocido en toda Cantabria. Tanto que, según se dice y se cuenta por el pueblo, se podía ver a más de un famosete de turno que pasara por algún motivo por el norte e incluso algunos artistas consagrados, caso de Lola Flores, su hermana y de Peret.

Que sea cierto o una patraña es lo de menos, sobre todo porque la discoteca ya no existe y tampoco tiene demasiada importancia. Pero sí que hay un episodio, quién sabe si ocurrió o no, que quizá recuerde a una historia archiconocida, arquetípica. Legendaria.

Al parecer uno de los clientes habituales era muy aficionado a la fiesta. Y no ya solo en el local, sino a colosales parrandas por toda España. Más de una vez había comenzado la noche en el Macumba, o en cualquier otro bar, para terminar la juerga uno o dos días más tarde. Su modus operandi habitual, de manera que no sorprendía a nadie. Ni siquiera a su mujer, a buen seguro poseedora de una paciencia infinita de haber existido realmente.

El caso es que una vez la juerga se alargó ya demasiado. Tres días llevaba el fenómeno sin aparecer. Tres días que hicieron hasta a su esposa temer porque le hubiera pasado algo. Tanto tiempo fuera era extraño incluso para él. Ya estaba pensando en llamar a los hospitales.

Pero al tercer día, como en el relato bíblico, resucitó. Llamó a su casa desde una cabina en Barcelona para comentar eso. Que bueno, que estaba bien, que estaba en Cataluña y que ya si eso iba a ir volviendo a Cantabria; a ver si podía coger un autobús, un tren o un autogiro. «Ya pensaba que estabas muerto», le contestó la mujer. «No estaba muerto, estaba de parranda», le contestó, presuntamente, el fenómeno. Una frase que da nombre apócrifo a un tema que tiene por verdadero título 'El muerto vivo'.

Ahora es importante recordar que, como les conté al principio se cuenta, o al menos se contaba, que Peret llegó a parar por el bar. Ya solo hay que juntar las piezas: le contaron la historia, le motivó y de ahí nació una de las rumbas más importantes de la historia de la música: 'El muerto vivo'.

La pena es que lo del famoseo en el Macumba puede ser completamente cierto, pero lo del tipo que llamó desde Barcelona tiene algunas lagunas y la canción no nació en Cantabria. De hecho, aunque Peret fue quien la popularizó, ni siquiera es su verdadero autor.

En realidad es una composición del colombiano Guillermo González Arenas (Manizales, 1923-Medellín 2016) en 1965 para el Trío Venezuela, pero Peret la descubrió e hizo una versión rumbera que popularizó al año siguiente y ha quedado en el imaginario popular como la versión original o, al menos, la paradigmática. Después la cantaron Los Manolos y hasta Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat a dúo.

Al parecer, aunque parece difícil de contrastar, la canción sí hace referencia a un acontecimiento real, pero ocurrido en Colombia, en el departamento de Antioquia donde vivía Arenas. La canción arranca así: «A mi amigo Blanco Herrera le pagaron su salario. / Y sin pensarlo dos veces salió para malgastarlo. / Una semana de juerga y perdió el conocimiento. / Como no volvía a su casa todos le daban por muerto». Pero no estaba muerto; estaba de parranda. Chíviri, cuchíviri. Chivirí.

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