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A mediados de abril la foto de un hombre blandiendo una vara, corriendo colina arriba donde decenas de buitres acorralaban a una vaca, hizo estremecer a los que leían en esta web que la escena había ocurrido en Hazas de Cesto (a 30 kilómetros de ... Santander). Su presencia en entornos habitados comienza a ser cada vez más frecuente y últimamente van acortando distancias con la capital de Cantabria, dejando boquiabiertos a vecinos que jamás antes habían visto a estas aves carroñeras sobrevolar sus casas, en medio de núcleos densamente poblados y al pie de carreteras, buscando alimento. Vivo o muerto. Este domingo una bandada de buitres mató a una vaca que estaba tendida en un prado a punto de parir en las fincas de la bajada del Alto de la Morcilla (en Revilla de Camargo), a solo una decena de kilómetros de Santander. «No me atreví ni a acercarme del miedo que metían. Cuando llegué ya le habían sacado los ojos», cuenta el dueño de la vaca, que prefiere no dar su nombre porque está inmerso «en papeles y trámites» por este suceso. «Vinieron vecinos y se pusieron a hacer fotos. Y llamamos al Seprona, a la Policía, a Montes... Hicieron un informe y me dijeron que los buitres están muy agresivos y están atacando en varios sitios; que ese mismo día -domingo- habían cargado con dos buitres que estaban en una playa de Santander, andando por la orilla». Según el afectado, los agentes le dijeron que «no les están echando de comer» en los muladares y que «se les han descontrolado».
«La cría no le había llegado a salir», relata también José, un vecino aún impactado por lo que había visto. «Eran unos treinta buitres, que llegaron a esta zona y todavía no se han ido. Siguen merodeando por aquí. Es sorprendente», señala.
Hasta el lugar se desplazó una patrulla de la Policía Local de Camargo que contó unos 30 buitres, de los que 5 estaban sobre el animal y unos 25 más estaban sobrevolando la zona. Espantaron a los buitres con el claxon del coche patrulla y permaneció en el lugar hasta la llegada de la Guardia Civil, a quien se le pasó toda la información recabada y se hizo cargo de las diligencias.
Este martes él mismo se tuvo que quedar de guardia al lado de una de sus vacas, que también acababa de parir. «Y no se van. Hay unos diez rondando todo el rato en la finca. Esta situación es insostenible», comenta José, que reclama medidas específicas a la Consejería de Ganadería, Pesca y Desarrollo Rural para evitar este problema, «sin esperar a que se pongan agresivos». Harto de vigilar a su becerro, optó por llevárselo a casa, «esto es insostenible», lamenta.
José pudo salvar a su becerro, porque estaba con la madre cerca de las casas y vio a los buitres a tiempo. En el caso de la vaca muerta, «no se pudo hacer nada porque estaba algo más alejada y cuando vimos a los buitres ya la habían matado».
Aunque son unas rapaces carroñeras que se alimentan de animales muertos, también son capaces, a falta de lo primero, de cazar presas vivas. Este es el caso de las reses enfermas, heridas o de parto, que son cercadas en bandada y finalmente devoradas ante la carencia de fuerzas para defenderse.
Antes de este caso de Camargo y del anterior de Hazas de Cesto, se había registrado otro un año antes también muy cerca de Santander, en Villanueva de Villaescusa (a 16 kilómetros). «Cincuenta o sesenta buitres habían destripado» a un jato recién nacido, según relató el ganadero afectado. Igual que ahora, era primavera y desde SEO/BirdLife se explicaba que es la época en la que eclosionan los huevos de buitre y, si no hay recursos, toman la iniciativa de salir a buscar comida.
Para esta organización la clave está en la aplicación de la norma, que se publicó en el Boletín Oficial de Cantabria el 1 de marzo de 2017 y que permite a ganaderos y juntas vecinales depositar en zonas establecidas y tras la correspondiente comunicación los restos de los animales muertos.
SEO/BirdLife trabaja con las 443 parejas de buitres registradas en el censo oficial de 2008, el último realizado por el Gobierno regional. Los datos del siguiente censo se conocerán este verano, y se calcula que podrán rondar las quinientas parejas.
Hace dos años hubo una auténtica oleada de ataques de buitres a ganado en puntos muy diferentes de Cantabria. El problema empujó al Gobierno de Cantabria a revisar la normativa para simplificar los trámites que los ayuntamientos y juntas vecinales deben realizar si quieren solicitar una zona de protección para la alimentación de aves necrófagas y evitar, en la medida de lo posible, que la falta de carroña en el monte empuje a los buitres a atacar a animales vivos, protagonizando escarnios como el producido en Hoz de Anero (en junio de 2016), el drama vivido por una ganadera de San Vicente del Monte (en mayo de ese mismo año) o el doble episodio sufrido ese mismo verano por un joven ganadero de Solórzano .
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