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Alberto G. Ibáñez
Camargo dice adiós al Cachón para cerrar su carnaval

Camargo dice adiós al Cachón para cerrar su carnaval

Cientos de familias se dieron cita en el Parque de Cros de Maliaño para asistir al desenlace de las fiestas y a los fuegos artificiales

Javier Gangoiti

Santander

Lunes, 24 de febrero 2020, 22:19

Desde aquí ya se ve bien». A falta de media hora para que dieran las siete de la tarde y el pobre Cachón ardiera en cenizas, un ejército de familias camarguesas ya trataba de hacerse un hueco tras la valla que custodiaba el Parque de Cros (en Maliaño). Aún ni siquiera conocían el veredicto que el pueblo pronunciaría por «todos los males» que se le imputaban al popular molusco pero, como viene siendo tradición –salvo indulto en alguna lluviosa ocasión– el juicio terminaría siendo un mero trámite para clausurar el carnaval. Coger un buen sitio al calor de la hoguera y bajo los fuegos artificiales era una buena inversión a corto plazo.

Después de todo, y para desgracia de la defensa del metazoo de la bahía, Don Carnal, Camargo no dudó ni un instante después de escuchar los cargos que el Señor Obispo le imputaba en un extenso pergamino, siempre con la complicidad de Doña Cuaresma. «¡A la hoguera con el Cachón! A la hoguera!», sentenciaron gracias a la unanimidad de un jurado popular compuesto por decenas de niños, a hombros y sentados alrededor. «¡Eso, a la hoguera!», acompañaba uno de ellos antes de coger de la mano a su madre y acercarse al perímetro de la fogata. Al pobre Cachón, y al carnaval de Camargo, le quedaban pocos minutos de vida.

Y vaya si ardió. El símbolo de las fiestas aguantó íntegramente apenas unos instantes antes de venirse abajo y quedar reducido a cenizas. Ante sí, el mismo municipio que lo había paseado por el casco urbano entre vítores y aplausos, celebraba ahora un martirio apto para todos los públicos. Los móviles salieron pronto a la palestra para inmortalizar lo que quedaba del amigo, al tiempo que el Señor Obispo y Doña Cuaresma se burlaban de un sollozante Don Carnal, a quien sólo le quedaba disfrutar del espectáculo pirotécnico que estaba por comenzar.

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Unas bengalas alrededor del caído molusco anunciaban el momento favorito de la clausura, cuando una paleta de infinitos colores se adueño del cielo. Durante los próximos minutos, serían cada vez más los pequeños que tirarían del abrigo de sus padre para subirse a hombros y asistir a la ceremonia desde un asiento privilegiado. Una traca final, seguida de una ovación cerrada, puso el broche. Para entonces sólo quedaba hacer cola para acompañar unas cachojuelas –hojaldre típico de Maliaño– con música, bailes y un poco de Agua del Carmen, Agua de San Juan y Aromas del Puerto.

Han pasado más de 35 años desde que el Tradicional Entierro del Cachón naciera como una fiesta estudiantil en el Instituto de Muriedas. Después de constatar su éxito en este y cada vez más centros del municipio, el Ayuntamiento de Camargo decidió organizar este evento como una cita popular más para el disfrute de todos los habitantes, a partir de 1986. ¿Un elemento diferenciador? No podía faltar. El cachón, un guiño a la tradición cachonera y marinera de la zona del Alto Maliaño. Todo ello, sumado al reparto de un dulce de hojaldre que decidieron bautizar como cachojuelas, marcaron el inicio de esta cita que cambió el domingo por el lunes hace dos años.

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