

Secciones
Servicios
Destacamos
Cuenta la historia que el domingo 16 de marzo de 1884 llegaron a Maliaño, en carruajes de época, 17 religiosas de la orden de las ... Madres Carmelitas Descalzas, procedentes de la casa-convento del Barrio Miranda de Santander, «donde tenían dificultades para sobrevivir». Les acompañaba el obispo y el párroco salió a recibirlas «acompañado por todo el pueblo con mucho entusiasmo y repique de campanas».
El próximo 29 de marzo, está congregación pondrá fin a 141 años historia en Camargo, puesto que las cinco carmelitas que la integran –María Paz, María Victoria, María Eloisa, Carmen (madre superiora) y Carmen María– pondrán rumbo a otros conventos de esta misma orden; cuatro se trasladarán a Zaldívar (Vizcaya) y la quinta, a Ruiloba. Ese último sábado de marzo se despedirán de sus vecinos en una misa de acción de gracias presidida por el obispo de Santander, Arturo Ros, que se celebrará a las 10.00 horas. «Cada convento que cierra es un pérdida porque la vida contemplativa es un pulmón para mantener y alentar la misión de la iglesia», afirman desde la Diócesis de Santander.
El cierre de este convento se debe a que la actual congregación no cuenta con el número mínimo de seis monjas con voz activa y pasiva que exigen las leyes canónicas. «Esto era algo que se venía venir desde hace unos años y ahora los superiores, con todo el cariño, han tomado la decisión de clausurar el convento y trasladarnos a otro 'carmelo'», explicaba ayer la madre superiora, Carmen, al tiempo que comentaba que tras conocer la decisión «no nos ha dado tiempo ni a sentir dolor, porque lo único que tenemos que hacer es arreglar cantidad de cosas, como papeleos, atender visitas y avisar a las personas conocidas y a los familiares».
1 /
Después de 52 años haciendo vida en este convento, Sor Carmen y sus cuatro compañeras –María Paz, la madre priora, es la más veterana al sumar 62 primaveras en Maliaño– se marchan con cierta «pena» porque es «toda una vida» con la todo lo que supone de «experiencia, alegría, tristeza, problemas...». «Pero somos carmelitas consagradas a Dios y vamos a un 'carmelo' donde vamos a seguir viviendo nuestra vida de consagración y nuestra vida de entrega por la iglesia, por las almas, por la paz del mundo y todas las necesidades que hay en esta tierra nuestra tan desarbolada».
No obstante, la madre superiora reconoce que las pequeñas costumbres y los pequeños usos son diferentes en cada convento y «eso es lo que vamos a encontrar de nuevo, pero va a ser muy positivo y vamos a estar mejor porque el lugar al que vamos es más moderno (tiene veinte años) e incluso tiene ascensor, cuando en el de aquí tenemos muchísimas escaleras». Y es que el convento de Nuestra Señora del Carmen del Alto de Maliaño fue mandado construir por el obispo Menéndez de Luarca en 1786, como casa palacio de descanso de los obispos de Santander, que se trasladaban al lugar por un pequeño puerto situado en la mies de San Juan, ya que por aquel entonces el mar llegaba hasta cerca de la tapia de la finca.
Tras medio siglo de vida en Carmargo, la Carmelitas saben que la gente «nos quiere mucho», pero desde que han comunicado su marcha «nos lo están demostrando tremendamente». «Se nos echan a llorar porque les da pena que nos vayamos. Son unas demostraciones de cariño muy grandes, aunque nos separamos físicamente, no espiritualmente ya que siempre en el corazón de Cristo todos los cristianos formamos un único cuerpo».
Consciente de que el problema actual de la iglesia es la falta de vocaciones, Sor Carmen se dirige a toda la gente que está apenada por su marcha: «Qué habéis hecho con vuestras hijas, nietas y sobrinas... haberlas dicho que vinieran al convento y todo arreglado. Esa era la solución. Las chicas piensan en otra cosa ahora y si el Señor les llama están ocupadas en estudiar u oír música. Es un hecho que cuando sube el nivel de vida baja el fervor».
La madre superiora considera que si no hay una familia católica practicante y fervorosa; y una sociedad que sepa y que diga que «aquí no estamos para vivir en el mundo, si no para caminar hacia la vida eterna, es más difícil que el Señor llame a personas para convertirse en monjas y monjes». «El que se dedica a pasarlo bien y a poner su mira en los bienes humanos, lo tiene más difícil para que el Señor se haga oír en su corazón, aunque no es imposible».
Sor Carmen quiere trasladar el «agradecimiento» de sus compañeras y el suyo hacia los vecinos de Camargo «porque todo lo que nos han querido siempre y lo que nos siguen queriendo». «Lo están demostrando... Nos supera», apunta, y pide disculpas por si alguien no se ha enterado de su partida. «A todos les llevamos en el corazón, les encomendamos a Dios, al que pedimos que bendiga a todos, y seguiremos rezando por todos».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.