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Después de 33 años despachando productos cárnicos, Miguel Achurra, cuelga el delantal. Echará el cierre al negocio familiar que desde hace tantos años se ubica en la calle Juan XXIII número 4 de Muriedas y que ha sabido sobrevivir al paso del tiempo y a ... la competencia de las grandes áreas comerciales. A apenas cuatro días de su jubilación, Miguel, conocido en la zona por el lechazo de Castilla y León, las hamburguesas y, sobre todo, los 'miguelitos' (sus populares muslos de pollo rellenos) echará la persiana para siempre para disfrutar de un merecido descanso.
Detrás de este negocio familiar está el matrimonio formado por Miguel y María Ángeles. Él, un profesional con más de 45 años de experiencia detrás del mostrador. Ella, una gestora «incansable» –según define su propia familia–, que ha conseguido hacer posible lo que parecía imposible.
La llegada de este retiro ganado a pulso, tras toda una vida procurando dar el mejor servicio desde este comercio local, entraña cierto sabor agridulce para ambos. Y es que, les entristece la idea de bajar la persiana y decirles adiós a sus clientes. Se han convertido en su otra familia. A algunos, en estos 33 años, les han visto crecer: venían desde niños con sus padres y abuelos y hoy, lo siguen haciendo pero ya de la mano de sus propios hijos.
Lo cierto es que el día a día, entre cuartos traseros de pollo, filetes de vacuno, de ternera tierna o de lo que se tercie, da para mucho. Incluso para muchas confidencias y algún que otro secreto, que se quedarán en la carnicería cuando ésta cierre.
Pero la supervivencia de este negocio familiar no ha sido fácil. En los últimos años, han ido proliferando por los alrededores centros comerciales, grandes cadenas del sector que ofrecían unos precios inalcanzables para una pequeña empresa como esta. 'David contra Goliat', la eterna lucha que mantienen humildes negocios como este contra una presión y competencia gigantescos.
Para la carnicería Miguel, una de las claves, no ya de ganar la batalla, si no de al menos sobrevivir a esta competencia, es la «excelencia» y la «calidad». Nada de suerte.
A la espalda, eso sí, esfuerzo, preocupaciones, toma de decisiones, nada de vacaciones ni bajas; muchas horas de lunes a sábados y también muchos domingos para tener todo listo el lunes a primera hora de la mañana. Sobre todo cuando la Navidad estaba a la vuelta de la esquina. En definitiva, trabajo y sacrificio han sido las claves para llegar a su destino. Y todo, con una única motivación: que en su casa, no faltara de nada. «No me puedo sentir más orgullosa de ellos», comenta su hija Susana, quien ha tomado la fotografía con la que este periódico retrata ahora la historia de este matrimonio vinculado al comercio local del municipio de Camargo. No sabían que hoy aparecerían en la prensa. Cierran el jueves. Dirán adiós. También hola a una nueva vida.
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