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. «Si fuera sólo agua pues mira, qué se le va a hacer, pero esto ya es un problema de salud pública». Después de unos cuantos días de fuertes lluvias, las alcantarillas se han convertido, irremediablemente, en un tema de conversación candente para los vecinos ... de una parte del barrio el Carmen, en Revilla de Camargo. «Las alcantarillas y todo lo que traen, claro», apostilla José Antonio Salmón, uno de los residentes de una zona conquistada ya por las aguas fecales y los residuos menos salubres, desde compresas a cualquier cosa que caiga por las letrinas del barrio. «El problema es esta red de saneamiento que tenemos aquí. Todos los días desde que lo instalaron hace cuatro años, siempre que llueve como está lloviendo estos días, colapsa y las aguas fecales se desbordan», diagnostica antes de protegerse de las salpicaduras, al paso de un coche. Luego vuelve: «Necesitamos una solución».
Su valoración coincide con la del Ayuntamiento, que reconoce el defecto que sufre el sistema de saneamiento en esta zona concreta del barrio camargués –el mismo problema que sufre el sistema en los institutos Valle de Camargo y Ría del Carmen, apunta–. Pero más allá de haber identificado la avería, la Administración todavía no ha logrado ponerle solución. Salmón lo comentaba: «Se envió a un operario municipal, y nos dijo que lo mejor que se puede hacer es idear un 'alivio' para que, cuando el sistema rebose, haya otra tubería que se encargue de las aguas fecales». Un 'plan b' que, como mínimo, evite que los residuos se queden a las puertas de sus casas.
Porque esa es la escena. Un enorme charco marrón monopoliza el suelo, nutrido a cada segundo que pasa por dos alcantarillas desbordadas por la inmundicia. A su alrededor, los residuos que, a estas alturas del problema, José Antonio y sus vecinos ya se niegan a recoger. «Entendemos que cuando llueve existe una posibilidad de que haya inundaciones o historias de este tipo pero esto son aguas fecales y suponen un grave riesgo para la salud pública», insistía el vecino, acompañado a cada rato por un morador distinto que pasaba por la zona: «¿Sin noticias no, José? Igual desde el primer día que lo instalaron...», y así hasta una decena de idas y venidas, hasta que Salmón se resigna: «Revilla es el pueblo más olvidado de Camargo».
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