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Las apelaciones realizadas en público y en privado por parte del Ayuntamiento de Camargo a propósito de la recuperación de la ría del Carmen y ... de Boo están dirigidas, en una parte muy importante, a la empresa Ferroatlántica. La propietaria de la planta ubicada en Boo de Guarnizo es el gran objetivo a convencer por parte del municipio y el Gobierno de Cantabria, colaboradoras ambas en los proyectos de ingeniería ecológica ideados por la Asociación Ría de Muriedas para confinar los residuos y defender la fauna y la flora del estuario. Para que la compañía dé el 'sí' definitivo, primero tiene que producirse una reunión con estas administraciones, aún pendiente, pero, entre tanto, en Ferroatlántica no hacen ascos a estas conversaciones. Al contrario, sus responsables ya aseguran que «escucharán» la propuesta de colaboración. Con todo, aún es pronto. La firma ni siquiera conoce todavía los términos en que se desarrollará esa petición ni los detalles de la misma. La idea del Ayuntamiento es definirla junto a la Consejería de Medio Ambiente, con la que confía en ir de la mano cuando el encuentro se produzca.
Con una frase, la alcaldesa de Camargo, Esther Bolado, ya explicó la importancia de contar con la colaboración de la empresa: «Ferroatlántica es una de las mayores causantes de la degradación de la ría». Lo ha sido, al menos históricamente. Porque desde el año 2008, con la aprobación de la Autorización Ambiental Integrada -a su vez renovada en 2020- la empresa asegura haber dejado de derramar residuos sobre las aguas de esta desembocadura, una de las más perjudicadas de toda la cornisa cantábrica tras décadas en las que metales pesados y desechos en general fueron arrojados sobre su cauce.
En cualquier caso, han pasado cerca de cuatro meses desde que en la batalla contra los residuos está involucrado el Gobierno de Cantabria. El Ayuntamiento de Camargo logró convencer a la Consejería de Medio Ambiente para que se sumara a la causa y ayudar -en términos que aún se desconocen- en la financiación de la actividad de la Asociación Ría y su plan Rialab. Ahora que ha sumado fuerzas con el Ejecutivo regional, el gran objetivo es convencer también a la multinacional de Ferroglobe. Pero, paso a paso.
El Ayuntamiento no quiere que las prisas arruinen la posibilidad de integrar a Ferroatlántica en esta misión. Por lo pronto, el equipo de gobierno quiere unir fuerzas y abordar esta cuestión junto a la Consejería de Medio Ambiente. Dejar claras las máximas de la petición y abordar la cuestión de manera conjunta. La intención es que, el día de mañana, ambas administraciones se citen con Ferroatlántica para alcanzar un acuerdo favorable para los intereses de la ría.
Los ingenieros de la Asociación Ría encarnan la lucha medioambiental desarrollada en los últimos diez años contra el mal estado de la ría. El colectivo naturalista se centra desde este verano en el estudio práctico de la supervivencia y desarrollo de la verdolaga marina y el carrizo, una planta autóctona que, por su resistencia y capacidad de aislar los desechos, se ha erigido como el gran aliado del estuario.
Esa es la razón de ser de las tres estaciones experimentales instaladas desde agosto en uno de los márgenes de la ría a su paso por Camargo. Van a permanecer ahí durante un año, el tiempo en el que los miembros de la asociación -con su presidente, Diego Cicero, a la cabeza- estudiarán las capacidades y la resistencia de estas plantas en función de la salinidad y la inundación.
Hoy por hoy, el Plan Rialab es la gran esperanza a la que se agarra el futuro de la ría del Carmen.Su cauce es uno de las más contaminados de la cornisa cantábrica por culpa de la actividad industrial y los vertidos que, durante décadas, han ido degradando el medio hasta límites extremos. Es verdad que en ese tiempo no todo han sido malas noticias. Hubo una época, aproximadamente hasta la primera mitad de la última década, en la que su cauce se sobrepuso bien a esa presencia industrial. Es más, la apuesta medioambiental y los trabajos para su recuperación venía funcionando.
Pero no pudo ser. En los últimos años, de nuevo, los residuos han vuelto a hacer estragos en toda la zona, obligando a los naturalistas a emprender objetivos más ambiciosos. Ahí es donde entra la Asociación Ría y sus indagaciones, subvencionadas desde el Ayuntamiento con 50.000 euros anuales desde 2012.
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Ana del Castillo
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