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La imagen de los coches cubiertos prácticamente hasta la matrícula da una idea la cantidad de agua que se ha acumulado este jueves en los accesos del IES Ría del Carmen, en Revilla de Camargo. Subidos ya al autobús, los alumnos no podían dar crédito ... mientras grababan con su teléfono móvil. Porque, si bien las inundaciones son relativamente conocidas en este entorno próximo a la ría del Carmen -y a sus crecidas-, el mar en que se ha convertido este jueves el aparcamiento era algo más que eso. La circulación, más lenta que nunca; las 'olas' provocadas por a su paso, las más grandes. Desde primera a última hora de la mañana, extremar la seguridad ha sido lo más importante. «En cuanto llueve unos días seguidos, el entorno del instituto se inunda», señalan alumnos y profesores afectados del instituto de Revilla. Ubicado prácticamente a orillas de la ría del Carmen, el entorno de este centro educativo -y de su vecino, el IES Valle de Camargo- es uno de los puntos negros más afectados por las lluvias intensas en cualquier época del año. A pie, lo de sortear los grandes charcos de agua en los accesos al instituto es una asignatura conocida en toda la comunidad del centro, pero los chubascos de esta semana han puesto a prueba a los más duchos en el tema. Y por fortuna esa ha sido la única molestia que han dejado las precipitaciones en la vuelta tras el puente, desarrollada «sin incidencias» a pesar de las grandes acumulaciones de agua. «Los autobuses han podido acceder más o menos bien. El problema son los niños que no cogen el autobús, los que van andando», lamentan desde el instituto.
«Lleva pasando 20 años». Esa es la otra lectura que agota a los responsables del centro. La frecuencia con que, al mínimo aguacero, las inmediaciones del instituto se convierten en una zona casi impracticable. No hay que esperan a un aguacero para que la red de abastecimiento de la zona diga basta. Los problemas en el sistema de tuberías vienen siendo un dolor de cabeza tanto para los habituales de la zona como para el Ayuntamiento de Camargo, que se ha puesto en contacto con la empresa pública MARE en varias ocasiones a cuenta de este asunto. A falta de una solución técnica que termine por aliviar la red contra las cantidades extremas de agua, el entorno de los IES Ría del Carmen y Valle de Camargo seguirá siendo «vulnerable» contra los chubascos como los de esta semana.
Las fuertes lluvias casi siempre castigan los mismos pueblos de Camargo. El intenso aguacero que lleva cayendo desde el miércoles y que no ha parado ha provocado que se hayan inundado varios barrios de Escobedo, así como nuevamente el IES Ría del Carmen y el IES Valle de Camargo, ambos en Revilla, dos centros construidos uno al lado del otro en una zona inundable y que siempre terminan anegados cuando llueve más de dos días seguidos. La pasada semana, cuando el temporal golpeó con fuerza a prácticamente toda Cantabria, el IES Valle de Camargo sufrió incluso un derrumbre en su salón de actos y se inundaron sus laboratorios. Cientos de estudiantes vieron suspendidas sus clases porque los accesos a estos centros eran casi imposibles. Esta semana ha vuelto a pasar.
Como el «pantano del Ebro». El estado del barrio Solacuesta de Escobedo completamente anegado ha sido uno de los más afectados, lo que ha obligado a socorrer a sus vecinos desde este jueves por la mañana. «Por ahí puedes seguir, pero luego…», indicaban algunos. Y no sin razón. Al menos medio metro de profundidad -en las zonas practicables- y la única presencia de algunos tractores avanzando por ese «mar» corroboraban la versión de los lugareños, afectados también en el barrio La Llastra, otro de esos «puntos negros» de la pedanía que siguen siendo muy vulnerables a las intensas lluvias a pesar de los trabajos para mejorar el sistema de alcantarillado. «Hay un fallo y llevamos así al menos 20 años», resumía un vecino al tiempo que achicaba agua en las inmediaciones de su vivienda. Otros hacían lo propio directamente en sus garajes. Entre tanto, profesionales del Servicio de Extinción de Incendios de Camargo (SEIC) y de la Demarcación de Carreteras del Estado en Cantabria han estado presentes en la zona durante toda la jornada para tratar de ayudar a los vecinos y, según el caso, cortar vías puntuales. «Da la vuelta», guiaba este mismo vecino a los particulares que circulaban hasta La Llastra. Ese ha sido otro de los comentarios de la mañana.
Otro, los metros de agua. Imposible saber qué profundidad máxima ha alcanzado el lago improvisado en que se ha convertido Solacuesta este jueves. Junto a algunos propietarios, que ya venían achicando agua desde la semana pasada, los operarios de Carreteras asistían a la estampa en una de las orillas. Poco se ha podido hacer más que evitar situaciones de riesgo y, como ha ocurrido en La Llastra, cortar la carretera en las zonas más profundas. Por desgracia, la imagen de sus calles completamente anegadas de agua es habitual. «Han hecho parches, pero no lo han solucionado», lamentaba un vecino, antes de señalar la riada que, «desde lo alto de Maoño», baja hacia la zona baja de la pedanía. «Hasta que no pongan una solución al problema de fondo seguiremos igual», ha avanzado en medio del aguacero.
El Ayuntamiento de Camargo viene tratando de acabar con estas inundaciones en los últimos años. El último precedente: los 10 metros de tubería nueva que colocó el equipo de gobierno el pasado octubre, una medida de alivio para ensanchar el diámetro de la cañería que, ya en su día, fue tildada como «parche» por el Partido Popular de Camargo, a su vez fuerza gobernante en la Junta Vecinal de Escobedo. Ese es uno de los últimos recuerdos populares en la zona en relación a este asunto, pero a los vecinos del barrio no les costará nada hacer memoria y recordar la anterior vez que el Ayuntamiento se propuso acabar con el problema de forma definitiva. Entonces era el año 2018 y, como es habitual desde hace lustros, los chubascos habían vuelto a anegar las calles de La Llastra hacía unos meses. El Ayuntamiento de Camargo preparó una solución que se creía definitiva, pero que el tiempo ha terminado calificando como provisional: otros 235 metros de tubería nueva, de 300 milímetros de diámetro, no pudieron acabar con unas inundaciones que «indignan» y hasta «aburren» a los vecinos de la zona.
Ni las aguas pluviales se canalizan mejor desde entonces ni las calles han dejado de estar anegadas de agua cada vez que las nubes han hecho su trabajo. La incapacidad que sufre el sistema de tuberías ante las lluvias viene generando problemas evidentes desde hace más de una década, incluso dificultando seriamente el acceso a algunos hogares.
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