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Cinco años después de su clausura, la maleza, los plumeros y la ruina se están comiendo la finca que albergó el Club Parayas en el Alto de Maliaño. Cualquiera de los miles de socios que disfrutaron en algún momento de su vida de aquellas instalaciones ... se echará las manos a la cabeza cuando pase por la zona y constate el nivel de destrozo en que se ha sumido aquella finca privilegiada que acogía campeonatos nacionales, clases deportivas de todo tipo y un sinfín de fiestas y actividades sociales al cabo del año.
Actualmente, el campo de fútbol se encuentra en un estado deplorable, con el terreno de juego convertido en un erial . Las porterías han devenido en guías para el crecimiento de la vegetación, sobre todo plumeros invasores. Todas las zonas verdes se han asalvajado mientras que el edificio principal (que albergaba los salones sociales, el bar y restaurante y las terrazas) ha sido saqueado y destrozado, además de que los amigos de las pintadas se han pasado por allí para dejar constancia de su existencia. Prácticamente no queda ni un cristal en las ventanas.
La gran parcela de 10 hectáreas perteneció originalmente a Inmobiliaria Parayas. Allí se domicilió la sociedad deportiva que desarrolló su actividad durante casi cinco décadas. Pero la historia no acabó bien. En 2014 el club entró en concurso de acreedores (se debían cantidades próximas a los dos millones de euros) y, finalmente, la finca cambió de manos en 2019.
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El nuevo propietario es Javier Gómez Ramos (socio de Jara Inversiones del Norte junto a Rainer Vortman) quien ganó en la puja al Grupo Pitma, que había hecho pública su intención de quedarse con el recinto. Gómez Ramos mantiene un silencio total sobre sus planes de futuro para el lugar y no ha querido contestar a las preguntas de El Diario Montañés. El Ayuntamiento de Camargo ya avisó en varias ocasiones de que los compradores no obtendrían una recalificación de los terrenos, que desde el punto de vista urbanístico seguirán siendo considerados zona de dotaciones deportivas.
Cronología
1969 Se crea la sociedad deportiva. Durante décadas, la entidad fue una referencia tanto en la práctica de deportes como en la vertiente social. Pero no llegó a cumplir los 50 años en activo.
2014 Tras más de una década perdiendo socios y con una deuda cada año más grande, el club se queda con alrededor de medio millar de familias pagando la cuota, lo que hace imposible continuar la actividad y entra en concurso de acreedores. Se nombra administrador concursal a Amalio Gómez Miralles.
2018 El primer dia de noviembre quedó clausurado el recinto. Ya no habrá más actividad hasta que se consiga enderezar la situación.
2019 Los gestores del concurso de acreedores adjudican la parcela a Jara Inversiones del Norte por dos millones de euros. Los nuevos propietarios se imponen en la puja al Grupo Pitma, por entonces propietario del Racing.
La situación actual de abandono es el resultado de un estado paulatino de declive que arrancó hace más de 15 años, cuando se produjo un punto de inflexión y las instalaciones -que vieron crecer a miles de niños de Santander y todo el arco de la bahía con una raqueta en la mano, compitiendo en las piscinas y participando en las convocatorias sociales- fueron despoblándose frente a otras opciones en la capital y sus pueblos que empezaron a ser más atractivas para los hasta entonces socios.
De los 20.000 asociados que llegó a sumar el Club Parayas en sus años de gloria se pasó a los solo 400 que contabilizaba en el momento de la clausura. Con ese escaso respaldo, las cuentas no salían ni siquiera para pagar los sueldos íntegros de los empleados, unos 27 en la recta final.
Cuando se produjo el crack económico, la sociedad deportiva mantenía deudas con el Ayuntamiento de Camargo (se adeudaban facturas tan básicas como la del agua), con la Seguridad Social y con Hacienda. También existían agujeros con varias empresas y con el Banco Popular, que se convirtió en el principal acreedor toda vez que se le debían 1,3 millones de euros.
Los bienes de Inmobiliaria Parayas se subastaron divididos en dos lotes. De un lado se ofertaron las 10 hectáreas de terreno y construcciones. Y, de otro, la concesión administrativa de ocupación de los terrenos de dominio público marítimo terrestre, maquinaria y mobiliario.
La sede social de Jara Inversiones del Norte está en Heras, en Medio Cudeyo. Es una sociedad constituida en 2015, solo cuatro años antes de haber ejecutado esta compra. La firma se dedica a la promoción, adquisición y venta de inmuebles y explotación de fincas urbanas y rústicas.
De los 20.000 socios que llegó a sumar la sociedad deportiva en sus años de gloria se pasó a los solo 400 que tenía cuando se clausuró. Con ese escaso respaldo de 400 familias, las cuentas no salían ni siquiera para pagar los sueldos íntegros de los empleados, unos 27 en la recta final de su existencia. Se mantenían deudas con el Ayuntamiento de Camargo, con la Seguridad Social y con Hacienda, aparte de con varias empresas y con el Banco Popular, que se convirtió en el principal acreedor toda vez que se le adeudaban 1,3 millones de euros en el momento en que se fue a un concurso de acreedores en 2014.
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