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. El origen del ser humano y su evolución siguen siendo todo un gran enigma. Diferentes y alocadas teorías sacuden cada año el mundo de la ciencia con el objetivo de dar respuesta a todas estas preguntas. Quién sabe si alguna pista sobre estas cuestiones ... puede estar bajo la tierra de la cueva de El Pendo. Eso es lo que deben pensar los arqueólogos del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas (IIIPC) de la Universidad de Cantabria que, desde el pasado lunes, están trabajando en una nueva campaña de excavación de la cavidad camarguesa.
Este proyecto de investigación, iniciado hace cuatro años, busca entender cómo ha evolucionado el género homo desde hace 100.000 años hasta nuestros días. Concretamente, se han estudiado las formas de vida del homo sapiens durante el Paleolítico Superior, y la del homo neanderthalensis en el Paleolítico Medio. La peculiaridad de esta campaña reside en que se está trabajando en dos registros arqueológicos a la vez, es decir, se están comparando dos momentos distintos de la historia humana en un mismo lugar. Un paralelismo muy inusual y que aumenta la potencialidad de la cueva de El Pendo.
La campaña arqueológica cuenta con siete voluntarios estudiantes de varios grados de la Universidad de Cantabria y está dirigida por Edgar Camarós y Marián Cueto, investigadores del IIIPC.
Durante dos semanas de excavación, el grupo científico se ha repartido en las distintas áreas que permite la cueva. Precisamente, una de las novedades de este año ha sido que los arqueólogos han podido trabajar en la parte derecha de la cavidad –conocida como la zona Carballo–, un área centrada en el homo sapiens.
Camarós está muy satisfecho con la actuación en esta zona de «alto potencial» y de «gran interés» a nivel arqueológico. «Ahora mismo estamos esperando a que los geólogos nos ayuden a interpretar en qué estado estamos para seguir excavando». Por el momento, se han encontrado varias herramientas y objetos de arte mueble, como un colgante o azagayas decoradas del periodo magdaleniense. Éste último utensilio es una especie de punta de flecha en hueso –generalmente de asta de ciervo– decorado a base de rayas o con motivos animales, por ejemplo, una cabra frontal (motivo habitual de la cueva como ya se pudo observar en el bastón de mando encontrado en la excavación del año pasado).
Pero la riqueza de la cueva de El Pendo –declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco– va más allá, ya que fue ocupada desde hace unos 85.000 años atrás, en la Edad de Bronce. Por ello, cumple con todos los requisitos para explicar cómo vivían nuestros antepasados y cómo han evolucionado a lo largo del tiempo.
Varias respuestas se pueden encontrar en el modo de vida del homo neanderthalensis, en el Paleolítico Medio. En este sentido, los arqueólogos de Instituto de Prehistoria también han trabajado en el área izquierda de la cueva, la de las antiguas excavaciones de Santaolalla. En esta zona, ocupada hace 50.000 años, se han encontrado restos de hogueras, huesos quemados y varias herramientas en piedra. Sin embargo, al haber tanta cantidad de objetos de valor científico, la técnica empleada en esta zona es extremadamente minuciosa y los científicos están utilizando cuchillos, pinceles y, en ocasiones, una aspiradora.
Para hacerse una idea de la totalidad de objetos –y garantizar su precisión en la técnica de excavación–, los arqueólogos han colocado una serie de chinchetas. «Todas las chinchetas que se ven indican la presencia de herramientas de piedra o restos arqueológicos», indica Camarós. Además, esta disposición sirve para, posteriormente, ir registrando los objetos con la estación topográfica y crear una mapa del suelo neandertal excavado.«El aparato te geolocaliza el objeto y, luego en el laboratorio, puedes recuperar su ubicación», añadió Cueto.
Todas las herramientas encontradas en la zona de Santaolalla son de piedra y, aunque los neandertales no las afilaban, las tallaban de tal manera que las daban un aspecto afilado. Por este motivo, se encuentra en esta zona una gran cantidad de lascas de este proceso de moldeado (restos que quedan de hacer estas herramientas) en lo que podría haber sido también un espacio dedicado a un taller.
Igualmente, hay una gran cantidad de huesos de animales por el suelo porque, en palabras de la codirectora, «los neandertales no tenían el mismo concepto de limpieza que tenemos nosotros». «Ellos comían y lanzaban los huesos al suelo. Además, vivían rodeados de carne podrida, por lo que no tenían la misma sensibilidad en el olfato».
El devenir de los trabajos se ha ralentizado en esta zona neandertal debido al cambio de nivel en el suelo. «Estamos pasando de excavar un nivel más negruzco a una capa más amarillenta». Una vez terminado, el siguiente paso será dejar todo el nivel expuesto y topografiarlo, es decir, tomar cotas para saber dónde cambia y ponerse a excavar la siguiente capa de suelo.
Camarós y Cueto coinciden en que «estamos ante los últimos neandertales de la cornisa Cantábrica», por lo que la excavación sirve también para intentar entender posibles causas de su extinción y para ver si hubo contacto entre neandertales y sapiens. «De momento, vemos que no hay solape temporal entre ambas especies», dijo Camarós.
Otro debate que hay actualmente con el homo neanderthalensis es si tuvo realmente pensamiento simbólico, es decir, si tuvo capacidad de producción artística. «Pensamiento simbólico en el sentido de creación de objetos de arte mueble no lo estamos encontrando todavía, pero no quiere decir que no lo hicieran. A lo mejor lo hacían pero no con el objetivo artístico que entendemos nosotros», explica el director del proyecto. En este sentido, Cueto afirma que «tienen pensamiento complejo porque desarrollaban un comportamiento muy moderno, desde el punto de vista de cómo se organizaban en el espacio».
La codirectora añade también que «existe la concepción general de que los habitantes del Paleolítico Superior son superiores cuando los neandertales son una especie que sobrevivió muchos más años que el homo sapiens». Por tanto, según las investigaciones actuales, todo indica que «el homo neanderthalensis tenía una capacidad de adaptarse y vivir con unas capacidades al nivel del sapiens».
Por el momento, la principal diferencia entre ambas especies es que los sapiens sí que gozan de esa capacidad para producir arte u objetos decorativos, algo que, por el momento, no se ha demostrado que pudieran hacer los neandertales.
No obstante, sapiens y neandertales coinciden en varias cuestiones. Y es que los dos se organizan en torno a hogueras (el fuego) y ambos trabajan la talla lítica. Sin embargo, cada uno utilizaba diferentes materiales. En el Paleolítico Medio, solían ser herramientas de caliza o cuarcita mientras que, en el Paleolítico Superior, se empleaba mucho más el sílex (piedra más difícil de tallar pero más cortante).
Una característica común que comparten es el comportamiento humano. «Ambas especies practicaban la solidaridad, es decir, cuidaban de los enfermos o del más débil», explica Cueto. Además, tanto sapiens como neandertales se organizaban para cazar. Así, la codirectora señala que «anteriormente se pensaba que los hombres del Paleolítico Medio cazaban en solitario, como carroñeros, pero está demostrado que se organizaban para acorralar animales». «Poco a poco se van rompiendo las barreras del neandertal tonto», concluyó.
La diferencia en el ámbito de la caza radica en la calidad de las herramientas. «Los sapiens, por ejemplo, utilizaban flechas, lo que les permitía cazar a distancia y estar a salvo», añade la codirectora.
En definitiva, las preguntas son infinitas, pero las respuestas poco a poco dan paso a más luz. De momento, ante tanta incógnita, toca seguir buscando conclusiones.
A pesar de los buenos resultados que está cosechando esta excavación (que está celebrando su cuarta campaña), la investigación estuvo cerca de no llevarse a cabo por falta de financiación. Y es que, según apunta Camarós, «falta mucho compromiso». «Si no llega a ser por el dinero de la Dirección de Patrimonio (Consejería de Cultura) del Gobierno de Cantabria, no estaríamos aquí».
El Ayuntamiento de Camargo no ha puesto financiación este año y ha complicado las labores de excavación. Se ha pasado de trabajar un mes con quince investigadores en 2018 a trabajar con siete personas solamente dos semanas este 2019. «En principio firmaremos un convenio con el Ayuntamiento de Camargo para consolidar la investigación del año que viene con más dinero y con más gente», adelanta el director de los trabajos.
El próximo año se quiere «excavar más tiempo, con más personas y con varios equipos en zonas diferentes», lo que aumentaría potencialmente los resultados de las investigaciones y, sobre todo, aceleraría el proceso de estudio que tiene lugar posteriormente en los laboratorios de la UC.
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