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De paseo o al volante, los vecinos que han pasado por el barrio La Llosuca de Revilla de Camargo en las últimas semanas han ... topado de frente con los últimos coletazos de la aparatosa obra de Red Eléctrica Española (REE). Aquí, a dos pasos de la depuradora de agua y a uno de las viviendas que miran hacia la vía CA-240, los operarios de la empresa colaboradora AR -de ingeniería y servicios integrales- se afanan en conectar los nueve kilómetros de cable de alta tensión que separan El Astillero de Cacicedo (Camargo). Preparadas ya las dos subestaciones eléctricas en cada uno de estos dos extremos de la línea, entremedias continúan los últimos trabajos tanto de empalme, en el caso de la pedanía de Revilla, como de asfaltado definitivo, en Boo de Guarnizo. «Tanto como un mes no, pero unas semanas todavía quedan», respondía uno de los trabajadores destinado en el tramo camargués, preguntado por la duración de estas labores. A inicios del año pasado, fuentes de Red Eléctrica fechaban en octubre «a más tardar» la culminación de todas estas actuaciones valoradas en 30 millones de euros.
Demoras al margen, lo que de verdad ven, escuchan y hasta sienten los vecinos es la vibración de las máquinas a un lado de la carretera. En Revilla, la excavación de una zanja de más de diez metros para cablear la nueva línea se encarga de recordar las dimensiones del proyecto desde hace varios días. De ahí el terreno ganado por las máquinas a la calzada, el semáforo temporal para regular el tráfico en el carril restante y, sobre todo, las quejas por la afección de las vibraciones en los hogares más próximos, lo que viene despertando polémicas en ambos municipios desde bien empezadas las tareas hace más de dos años.
Para hacerse una idea, la de Revilla es sólo una de las 13 cámaras de empalme que conectarán la línea de alta tensión entre Cacicedo y El Astillero. Desde que REE se atrincheró entre estos dos municipios, la actuación se ha basado fundamentalmente en estudiar el terreno, hacer un surco y acoplar el cable. Aunque no sin polémicas. En algunos casos, crear ese 'canal' de paso para el cable ha sido más o menos sencillo; en otros, en cambio, un dolor de cabeza para los operarios, condicionados por las condiciones orográficas del terreno. Por ese motivo, y desde que empezó la obra, esa labor de 'serpenteo' ha resultado más compleja en Guarnizo que en Camargo.
Lo que no ha entendido de barrios ni municipios es la oposición a la actuación. Desde 2019, los vecinos de Boo, Cacicedo, Herrera y Revilla han hecho causa común para mostrar su rechazo y, en algunos casos, lograr que consistorios como el de El Astillero negociaran cada centímetro pendiente de perforar.
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Ana del Castillo
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