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Una trabajadora de la taquilla en la estación del tren de Maliaño fue agredida verbalmente el pasado miércoles por un hombre que le reclamaba la devolución de la fianza de diez euros del bono del transporte. El incidente, a las doce del mediodía y ... en presencia de numerosos viajeros, terminó con amenazas a la taquillera y el cristal de la ventanilla roto tras golpearlo el cliente.
Este suceso, el último de una larga lista, ha hartado ya a los trabajadores ferroviarios que, una vez más, demandan de las administraciones que pongan solución a lo que ya han dejado de ser hechos aislados y se han convertido en una retahíla diaria de incidentes, tal y como denunció ayer el sindicato Comisiones Obreras a través de un comunicado.
En febrero, un interventor recibió un puñetazo por parte de un pasajero que se negó a pagar el billete del viaje; y en mayo, una mujer sufrió amenazas de muerte y sexuales por parte de un grupo de personas que hacía botellón en la estación de Cabezón de la Sal.
«Desgraciadamente, no son hechos aislados sino que se están convirtiendo en rutinarios en muchos puntos de Cantabria; y el problema es que se quedan impunes. Los trabajadores están desprotegidos y los agresores se van sin sanción, no se revisan las cámaras de seguridad ni se les atribuye responsabilidad por los hechos delictivos que han cometido», dice David Cuerdo, el delegado sindical en Renfe.
«Nos han llegado quejas de compañeros y compañeras a quienes amenazan y agreden personas que no reciben la respuesta que esperan a sus consultas; otras que tienen que aguantar insultos o faltas de respeto por personas que están haciendo botellón a sus anchas en apeaderos y estaciones; denuncias por que les pinchan las ruedas o les rayan el coche; en la estación de Cabezón los compañeros de circulación tienen que esconderse y llamar a la Guardia Civil por situaciones de peligro... sin olvidar la agresión que costó la vida a un chaval hace unos meses, la cual podría haberse evitado con presencia de seguridad privada», enumeró Cuerdo.
La representación sindical insiste en que es «imprescindible» que la empresa «tome medidas de una vez, que actúe y elabore un plan de acción y un protocolo efectivo que ataje una situación de miedo e inseguridad que va en aumento».
Cuerdo señala también que «la descapitalización que ha centrado la política de la empresa en los últimos años es la responsable de la situación que se vive ahora. Faltan interventores, cada vez hay menos, a lo que se suma que han ido perdiendo autoridad. Y, a la vista está, que tanto el plan de seguridad como el personal asociado a esta actividad es insuficiente. Es evidente que hace falta más inversión porque no se está haciendo lo necesario para acabar con la inseguridad que existe y que afecta tanto a la plantilla como a las personas usuarias del servicio».
El sindicato se refiere a «los trabajadores de Logirail, la filial 'low cost' de Renfe, que se encuentran en una situación más precaria y se enfrentan a estas situaciones sin ningún tipo de protección, pues están abandonados por la empresa. Ni siquiera funcionan los botones del pánico que pusieron en taquillas para dar aviso de cualquier altercado que sucediera».
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